Hora de andar - Hora de andar con Draymond Green

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Draymond Green: Intento salir a caminar quizá una vez cada dos semanas.

Es el momento para perderse en la naturaleza, liberar tu mente, ver todas las cosas buenas que el mundo tiene para ofrecerte y solo respirar y dejar salir todo. Toda la tensión diaria que vivimos, solo tienes que salir a caminar y dejarla salir.

[MÚSICA INTRO]

Sam Sanchez: Esto es It’s Time To Walk, donde algunas de las personas más interesantes e inspiradoras del mundo comparten las historias, fotos y canciones que influenciaron su vida. El campeón de la NBA, Draymond Green, es un verdadero guerrero, en más de un sentido. Desde pequeño, aprendió el valor de soñar a lo grande y trabajar duro para demostrar su valía. Ahora, ha ganado tres campeonatos de la NBA con los Golden State Warriors, y cambió la forma del juego. En esta caminata, Draymond reflexiona sobre las virtudes del fracaso y en dejar de lado las críticas para centrarse en su propio camino.

[SONIDO DE PASOS]

Draymond Green: Estamos aquí en Malibú, caminando. Y, ya sabes, lo que me encanta de este paseo es que está elevado y estás por encima del agua.

Tienes una mezcla de casi todo. Tienes el sonido de las olas que rompen en la orilla, el sonido de la carretera y los autos, y también el canto de los pájaros en los hermosos árboles y la tierra que tenemos aquí en Malibú.

Así que creo que, ya sabes, este es un gran lugar para una caminata hermosa porque tienes todos los sonidos y encuentras la paz en cualquiera de ellos donde quieras descubrirla.

En la vida, todos tenemos puntos de inflexión en los que llegamos a algún lugar, y es un momento crucial. En mi caso, el primero que realmente recuerdo fue en mi primer año de preparatoria.

De pequeño, era un niño muy inteligente, y recuerdo que mi madre siempre me decía: “No seas un seguidor. Sé un líder. Sé un líder”. Como cualquier niño, no siempre cumplí con esa expectativa. Así que, en mi primer año de preparatoria, tuve un promedio de 3.3 en el primer semestre, lo cual estaba bien. Podría haber sido mejor, pero estaba bastante bien. El segundo semestre, me volví perezoso y, ya sabes, gordo e insolente. Tuve una gran temporada de baloncesto. De hecho, jugué baloncesto de primer año, lo que fue algo molesto, pero promedié 27 puntos por juego, y dejé que mis notas bajaran.

En clase de ciencias, teníamos una guía de estudio y algunas preguntas de la guía estaban en el examen. Quiero decir, solo necesitaba acertar una pregunta en el examen y aprobaría la clase. ¿Y qué hice? Decidí que tomaría mi guía de estudio, la colocaría debajo del examen y haría trampa.

Mi profesor me dejó completar hasta la última pregunta mientras me miraba hacer trampa desde su escritorio, y yo pensé que pasaba desapercibido. Me faltaba completar una pregunta, y él vino y se llevó mi examen. Obviamente, vio la guía debajo y se la llevó. Yo reprobé la clase.

Unas tres semanas más tarde, nos enviaron el boletín de calificaciones a casa. Cuando llegó el correo, me levanté, salí de inmediato y caminé por la calle. A cuatro manzanas de distancia, podía oír a mi madre gritando mi nombre, vociferando.

Ese era un gran verano para mí. Me dirigía al equipo universitario. Iba al campamento del equipo del Estado de Michigan, a Las Vegas para un gran torneo de la AAU con todos los mejores entrenadores de Estados Unidos de las mejores universidades que puedas imaginar. Los que se te ocurran, todos iban a estar allí. Y mi madre me dijo: “No. Irás a la escuela de verano y tomarás esas clases, y eso es todo”.

Yo era un jugador de baloncesto bastante bueno.

Todos en la ciudad… Vengo de una ciudad pequeña, Saginaw, en Michigan. Todos en la ciudad querían que jugara, así que todos venían a mi casa. Y ella dijo: “No, no va a jugar”. Al director de deportes. “No, no jugará”.

“Me duele mucho no dejarte ir, pero tengo que hacerlo porque si no mejoras tus notas, no podrás ir a la universidad de todos modos. Y cuando te quedes aquí en Saginaw, a toda la gente que viene a casa a preguntar si vas a jugar, no va a importarles. Es mi deber asegurarme de que estás a la altura de lo que necesitas para avanzar en la vida” dijo ella.

En el momento en que entré en la escuela de verano, estaba furioso, porque, en la ciudad de la que vengo, ir a esa escuela es como si te echaran del colegio y fueras a uno alternativo para niños con problemas. Nadie va a la escuela de verano si tienes buenas notas. Solo vas para subir las calificaciones y las clases en las que tienes problemas. Yo nunca tuve que hacerlo, así que, en cuanto entré, me sentí como un fracaso. No pertenezco aquí.

No es que me creyera mejor que nadie en el lugar, pero sabía que no podía descuidar mis calificaciones y terminar allí. En ese momento, supe que no quería volver a fallar.

En mi vida, eso también hizo que me preparara para un montón de otros fracasos, porque tenía miedo a fallar, y entonces tuve que aprender a lidiar con el fracaso. Porque, si quieres alcanzar la grandeza en cualquier nivel, tienes que experimentar el fracaso. Así que, lo que hizo fue ayudarme a lidiar con eso. Me enseñó a hacerlo y a salir del otro lado del éxito. Eso fue lo que la escuela de verano hizo por mí; lo que ese momento hizo por mí. Al no permitirme jugar al baloncesto ese verano, eso fue lo que mi madre hizo por mí. Me dio miedo al fracaso.

Lo mismo aplica a todos los fracasos en mi vida hoy en día. Cómo salir de ese fracaso por el otro lado, mirar en la dirección totalmente opuesta y nunca mirar atrás. Experimentas otros fracasos, pero nunca debes volver a experimentar el mismo. Eso es lo que me enseñó ese momento de mi vida.

Al ir a Michigan State, nunca olvidaré que todo el mundo me decía: “Eres estúpido. ¿Por qué vas a ir ahí? Nunca jugarás en Michigan State. Eres un jugador de mid-majors en el mejor de los casos. Eres demasiado pequeño para ser alero. Eres demasiado lento. Bla, bla, bla”.

Para mí, eso fue perfecto, porque uno de los principales motivos por los que fui a Michigan State fue para demostrar a todo el mundo que “Draymond Green va en camino y voy a encontrar mi dirección en la pista”. Así que, el hecho de que todo el mundo dudara de mí fue todo el combustible que necesitaba.

Me motivaron todas las dudas que tuve en primer año, el hecho de no jugar mucho, y tener que ganarme cada cosa que tenía.

Durante mi último año, fui y demostré que todo el mundo se equivocaba. Gané el premio Jugador Big Ten del Año y el premio Mejor Jugador Nacional del Año. Perseguía el sueño máximo que todo niño que juega al baloncesto tiene al crecer: jugar en la NBA. Todo sucedía de la forma que yo necesitaba.

Tenía que ser reclutado en la primera ronda. Y demostré que todo el mundo estaba equivocado. Todos dijeron que nunca jugaría, que no podía hacerlo a ese nivel. Nadie gana el premio de Jugador Nacional del Año y no es reclutado en la primera ronda. No quedé en la primera ronda, pero sí en la segunda: Golden State Warriors.

Fue uno de los días más agridulces de mi vida, porque en mi mente era como “Pero todos dijeron que no podía hacerlo, lo hice. Entonces, ¿por qué en la segunda ronda?”

[En] 2012, cuando me reclutaron, había una palabra muy, muy peligrosa que usaban en la NBA los cazatalentos, las oficinas centrales, los comentaristas, y los escritores: la palabra “intermedio”. Significa que estás entre dos posiciones, como: “Podrías ser un ala-pívot, podrías ser un alero, pero no eres ninguno de los dos”. Y en ese momento, eso era casi como una sentencia de muerte. Todo el mundo decía: “¿En qué posición podría jugar Draymond? Él es un intermedio. No puede marcar a los hombres grandes y es demasiado lento para marcar a los base y escolta”. Eso no podía estar más lejos de la realidad, pero es lo que decían, así que, por supuesto, pasé a la segunda ronda.

Cuando vas en primera ronda del draft de la NBA, los gerentes generales, la gente en posición de tomar esas decisiones, son los que quieren decir: “Yo recluté a ese sujeto. Lo hice bien”. Así que, por eso, tienes una primera, segunda, tercera y a veces incluso cuarta oportunidad de mostrar y demostrar lo que puedes hacer. Eso no sucede con una elección en segunda ronda. Allí solo tienes una oportunidad, y supe en ese momento, que ir en primera ronda no encajaba con mi historia. Porque en esa posición, todos están listos para darte algo.

Nunca me regalaron nada. Todo lo que conseguí, sobre todo en baloncesto, trabajé hasta el cansancio para ganarlo. Ser elegido en segunda ronda me impulsó. En ese momento me dije: “Quiero ser titular. Quiero ser una estrella y quiero llegar al Salón de la Fama”.

En mi primer año como novato, Mark Jackson era nuestro entrenador. Nunca olvidaré que, justo antes del primer partido, me dijo: “Oye, no estoy seguro de cuánto vas a jugar mañana o en los próximos partidos, pero quiero que sepas que esta liga funciona de forma muy extraña. Siempre vas a tener una oportunidad. Puede que no sea hoy, puede que no sea mañana. Pero cuanto te llegue la oportunidad, asegúrate de estar preparado para aprovecharla porque, si no lo estás, puede que esa oportunidad no vuelva a presentarse”.

Trabajé, trabajé y trabajé, y en la temporada 2014-2015, tuve mi oportunidad. David Lee, que era un ala-pívot estrella, se lesionó en la pretemporada, y con eso, pasé a ser titular. Ese fue mi momento de: “Vaya, ahora es mi oportunidad de convertirme en todo lo que siempre soñé ser en esta liga”. Cuando me dieron la oportunidad, solo me dije a mí mismo: “No voy a salir e intentar ser David Lee. Soy mucho mejor siendo Draymond Green. ¿Por qué llegar hasta aquí y luego parar porque la gente dice que eres un intermedio?”

Ser un intermedio me benefició porque ¿qué logró? Me permitió y le permitió a nuestro equipo aprovechar una defensa que la NBA no había visto antes. Lo cambiamos todo y ganamos el campeonato.

El juego, tal y como lo vemos hoy en día, está muy influenciado por la forma en la que los Golden State Warriors de 2014-2015 jugaron al baloncesto. Ahora ya nadie dice: “Este chico que salió del draft es un intermedio”. La conversación cambió a: “Buscamos al próximo chico que pueda defender y jugar en varias posiciones”. De repente, no es una sentencia de muerte, sino que es una insignia de honor ser, lo que solía ser, considerado un intermedio.

Lo que amo del baloncesto es que todo lo que aprendo, intento aplicarlo en la vida. El deporte y la vida son casi sinónimos.

Hay intermedios en todo el mundo que hacen un poco de este bien y un poco de otro bien. Puede que no sean buenos para elaborar un plan de negocios, pero son buenos en la ejecución. Son bastante buenos para reunir a la gente, quizá no los mejores, pero son bastante buenos. Y cuando se juntan esas cosas, y se añade un poco de confianza, se puede crear lo que quieras. No tiene que ser siempre según las reglas, porque así era en el pasado.

No, eso no es cierto. Está muy lejos de la verdad. Tengo que hacerlo de la mejor manera que sé, tener confianza en la forma en la que hago las cosas, confiar en mi accionar y en la forma que he trabajado en esto toda mi vida. Eso me hará superar los obstáculos.

No lo hice en la que pensabas que era mi mejor oportunidad, lo que pensabas que era la mejor oportunidad. No lo hice porque eso no funciona para mí. Y, a fin de cuentas, si doy lo mejor de mí, puedo vivir con eso. Pero con lo que no puedo vivir es con hacer todo lo que me dijiste que hiciera de la forma en la que querías que lo hiciera, y es completamente opuesto a la manera en la que aprendí a hacerlo. Eso nunca funciona.

[En] 2016, fui una gran estrella por primera vez. Llegué a la segunda final consecutiva de la NBA. En ese momento, ganaba la mayor cantidad de dinero que había hecho en mi vida. Y mi año fue una porquería. Fue uno de los peores de mi vida.

Sufría mucho en la cancha de baloncesto. Si cometía otra falta personal, me suspendían. Si cometía otra falta técnica, me suspendían. Me pintaban como a un jugador sucio, un sujeto de golpe bajo, temperamental, que no sabía controlarse, y todas esas cosas.

Y sabía que esas cosas estaban muy lejos de la realidad. Sabía que no era un jugador sucio. Juego duro. ¿Puedo golpear a alguien? Por supuesto, es baloncesto, tienes que ser golpeado. Pero no soy ni cerca un jugador sucio. Nunca intentaría lastimar a alguien. Nunca le daría un golpe bajo a alguien de forma intencional. Para mí, los jugadores sucios no son duros; son sucios porque son débiles. No creo en eso.

Me construyeron como una pieza clave de los Warriors, un hombre defensivo, el corazón y el alma del equipo. Y ahora me destrozaban por completo, y eso me molestaba mucho. Hasta ese punto, era la primera vez que me armaban un nombre, y en ese momento me destrozaban. No sabía cómo lidiar con eso.

Y entonces, una cosa… Y creo que todo el mundo lo vio con efusión cuando Kobe falleció. Viste que todos amábamos a Kobe. Y lo queríamos por una razón, porque la realidad es que todo el mundo lo vio… Hasta el último año de Kobe en la NBA, lo que todo el mundo vio fue a Mamba Negra, que no hablaba con nadie, que tenía una visión enfocada en anotar en baloncesto y ganar. Así, esas son todas las cosas que todos dirían de Kobe hasta su último año, y entonces el mundo se dio cuenta de lo grande que era él en realidad.

Sin embargo, nosotros los jóvenes, lo sabíamos desde antes porque, pase lo que pase, Kobe es Kobe. Él es uno de los mejores de la historia. Sin importar qué, podías conseguir el número de Kobe, enviarle un mensaje de texto a las tres de la mañana y él respondería. Si querías entrenar con él, lo hacía. Lo que sea, Kobe lo haría. Pero para el mundo, todos pensaban que era solo un sujeto duro que no le agradaba nadie. Pero todos los chicos jóvenes lo sabíamos. Era el hermano mayor de todos y al que podíamos llamar para cualquier cosa.

Así que, me destrozaban durante las finales de 2016, y estaba en un punto en el que estaba mentalmente listo para retirarme, solo cosas de baloncesto, solo finales, lo que sea. Y llamé a Kobe y le dije: “Kob, no sé qué hacer. Estoy frustrado. Esta gente me está destrozando. Están atacando mi persona”.

Kobe me dijo algo que nunca olvidaré: “Draymond, para. Si sigues esperando y preocupado porque te entiendan, pasarás el resto de tu carrera preocupado por eso. Nunca te entenderán. Lo que tú tienes que entender es que el 99% del mundo se conforma con la mediocridad o algo peor. Estás haciendo lo que puedes por algo que es tan increíblemente difícil y casi imposible de hacer y, sin embargo, te pasas el tiempo preocupado por si entienden lo que haces o no. Solo sal a la cancha, juega tu juego, y sé tú mismo sin pedir disculpas”.

Eso lo era y fue todo lo que necesitaba para seguir avanzando mientras era exactamente quien sabía ser: yo mismo.

En ese momento, dejé de leer lo que decían; ya ni siquiera me importaba. Podían decir que era la octava maravilla del mundo. En verdad no me importaba. Estaba a gusto con lo que era, con el trabajo que hacía, con el espíritu competitivo y con el empuje que tenía, que ya no me importaba lo que pensaran. Solo sabía los objetivos que tenía, lo que quería lograr, y eso era lo único que me importaba.

En el proceso de intentar complacer a todos los demás, siempre habrá alguien molesto al que no le guste lo que haces, sea lo que sea. Entonces, ¿vas a sentarte a analizar todo lo que piensan de lo que haces? Ni siquiera tiene sentido.

No importa lo que piensen los demás sobre lo que quieres hacer. Haz lo que te dé satisfacción. Haz lo que te haga sentir bien. Haz lo que te haga sentir completo y realizado porque, a fin de cuentas, eso es lo que importa.

Lo único que tienen en común todas mis historias es que cada una de ellas comenzó con el mismo niño de Saginaw, Michigan. Como niño de Saginaw, ni siquiera tienes la oportunidad de soñar, pero yo soñé de todos modos. Nunca, ni en un millón de años, se suponía que estaría de pie en este acantilado y miraría este hermoso paisaje, y todas estas cosas increíbles y experiencias que la vida nos ofrece. Es una sensación increíble.

La música es tan buena como te hace sentir. Si te conmueve, la escuchas. Creo que, en la música, lo que me gusta encontrar son canciones que escuche y me gusten porque se relacionan de forma directa con mi vida.

Por ejemplo, “Push It” de Rick Ross. Cuando la escucho, me llega al corazón. Siempre he sido una persona que va hasta el límite, casi que pisa la línea, como “Ah, ¿no tengo que pisar esta línea? ¿Te refieres a esta línea?” Exigirse al límite. Así es como alcanzas tus sueños. Así alcanzas tu meta, porque la realidad es que no hay límite.

[MÚSICA - “PUSH IT” DE RICK ROSS]

Nunca olvidaré que después de mi primer campeonato, nuestro primer campeonato que ganamos, no hay sensación mejor como la de recibir los anillos con todo el mundo de espectador. Los Warriors no habían ganado un campeonato en 40 años, ¡40 años! Y Drake puso “Big rings” después de que ganamos la final.

Cuando se gana un Campeonato y se hace la ceremonia, todo el mundo siempre toca…

[DRAYMOND GREEN CANTA UNA FRASE DE “WE ARE THE CHAMPIONS” DE QUEEN]

De acuerdo, eso es genial, pero en realidad jugamos para “Big rings”. Y nos dieron unos anillos en verdad grandes. Ni siquiera los uso, me cortan el dedo. Cada vez que escucho esa canción, me lleva a ese momento feliz.

[MÚSICA - “BIG RINGS” DE DRAKE Y FUTURE]

Cuando escucho a DaBaby, me doy cuenta de que llegó al estrellato muy rápido y de que tuvo algunos contratiempos en su vida personal. Me identifico mucho con él, porque yo también tuve algunos contratiempos a lo largo de mi carrera, y durante un tiempo hice lo que me dio la gana y casi pierdo todo. Pero fui capaz de controlarlo y de dominarlo, y sigo haciendo lo que quiero, pero ahora soy mucho más maduro al hacerlo. Esto es “Suge” de DaBaby.

[MÚSICA - “SUGE” DE DABABY]

Estoy agradecido y encantado de contar mi historia con la esperanza de que alguien pueda identificarse, de que pueda llegar a alguien más y que le dé el mismo impulso para perseguir sus sueños que yo tuve al perseguir los míos. Porque una vez que puedes vivir ese sueño, es una de las cosas más bellas y preciosas del mundo.

Gracias por tomarte el tiempo hoy para caminar conmigo y hacer este viaje.