Hora de andar - Hora de andar con Anderson Cooper

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Sam Sanchez: Este episodio tiene una breve mención de un tema delicado.

Anderson Cooper: Me encanta pasear, especialmente en Nueva York, porque me resulta contemplativo. He pasado gran parte de mi vida corriendo de un lugar a otro y tratando de llegar a una historia, tratando de llegar a un país donde algo esté sucediendo. Cuando estoy allí, me concentro en trabajar y elaborar una historia y escribir algo que le haga justicia a los eventos que se desarrollan a mi alrededor. Pero a menudo no me siento tan presente.

[MÚSICA DE INTRODUCCIÓN]

Sam Sanchez: Esto es Time to Walk, donde algunas de las personas más interesantes e inspiradoras del mundo comparten las historias, fotos y canciones que han influido en sus vidas. Anderson Cooper, presentador de CNN, ha ganado numerosos premios por su trabajo como periodista y ha viajado por todo el mundo para reportar las últimas noticias. En esta caminata, Anderson habla sobre su educación poco convencional y cómo las lecciones que aprendió de sus padres influyen ahora en su propio enfoque como padre.

[SONIDO DE TRÁFICO DE LA CIUDAD]

Anderson Cooper: Pensé que caminaríamos por High Line, un tramo de una antigua vía de tren elevada en Nueva York en el Lower West Side que se convirtió en un parque único hace unos 15 años. Todavía se pueden ver las vías del tren, siguen encendidas en una parte. Esta es la ruta que tomo a veces para ir al trabajo. Voy desde 14th Street en el Lower West Side en Nueva York hasta 34th Street, donde está mi oficina. Así que puedo caminar todo el trayecto por esta vieja vía de tren elevada.

[SONIDO DE PASOS]

Hay un camino pavimentado, por el que estamos caminando, y a veces puedes ver las vías del tren. Pero también han plantado árboles, arbustos y flores de una manera que lo hace ver único y como si fuera completamente natural. No parece un parque como uno se lo imagina. Y estamos como a dos o tres pisos por encima de la calle. Estás por encima del ajetreo y el bullicio. Puedes escuchar el perro de alguien porque literalmente estamos caminando cerca de la ventana de alguien.

[SONIDO DE PERRO LADRANDO]

Un tipo soltó a su perro por la mañana y lo estoy saludando en este momento. Así que estás mirando los dormitorios y las salas de estar de las personas. Y creo que lo genial es que cambia tu punto de vista. He vivido en la ciudad de Nueva York toda mi vida. Estoy acostumbrado a estar en las calles, al ajetreo y al bullicio, y sin embargo, estamos elevados por encima de eso. Es una excelente manera de ir a trabajar porque es una perspectiva distinta de la ciudad.

[SONIDO DE HELICÓPTERO]

Tuve una crianza extraordinaria. Mi mamá era Gloria Vanderbilt. Mi padre, Wyatt Cooper, era escritor, así que siempre venían a casa personas muy interesantes. Recuerdo que Charlie Chaplin vino a cenar cuando yo tenía cinco años. Truman Capote nos visitaba todo el tiempo. Gordon Parks, el famoso primer fotógrafo afroamericano de la revista Life, nos visitaba todo el tiempo. Y no éramos relegados a una mesa para niños durante la cena. Esperaban que nos sentáramos en la mesa principal junto a Truman Capote o Charlie Chaplin o Gordon Parks y que conversáramos con ellos.

Así era mi papá. Era su manera de hacer que nosotros de cierto modo creciéramos con la confianza de que lo que tenemos que decir es interesante. No importa la edad que tengamos, es interesante.

Cuando era niño, probablemente como a los seis o siete años, después de la cena, le decía a mi papá: “Vamos a la pizzería”. Y no era que tuviera hambre o que mi papá tuviera hambre, porque acabábamos de cenar. Pero ir a la pizzería para mí era lo que mi papá y yo podíamos hacer sin mi hermano mayor, Carter, que era dos años mayor que yo, y sin mi mamá. Era algo que podía hacer con mi papá.

Y siempre pienso en eso porque recuerdo esa sensación de caminar por la calle con él, de ir a la pizzería con mi manita en la suya y mirándolo. Y él estaba tan atento y tan presente y tan… Escuchaba lo que yo tenía que decir. Y hasta el día de hoy, suena tonto decirlo, pero cada vez que estoy en una pizzería, cada vez que huelo una pizza, me lleva de vuelta a estar sentado en esta lúgubre pizzería a la vuelta de la esquina de nuestra casa, y a esa sensación de seguridad, de estar con mi papá, él escuchándome y estando presente. Y yo… Sí, para mí, cada vez que salgo a caminar, pienso en ese primer recuerdo de estar caminando con mi papá, y no de estar metido en algún drama con mi hermano, o cualesquiera que sean las preocupaciones de un niño de seis o siete años. Solo de estar con mi padre, con seguridad y lleno de confianza, y rodeado de amor y de su presencia.

Pero cuando tenía 10 años, mi papá murió y yo no sabía que estaba enfermo. Él había sufrido un ataque al corazón dos años antes, lo cual yo no sabía en aquel momento. Cuando alguien muere, piensas que siempre lo recordarás. Crees que siempre vas a recordar la forma en que olían o todos los encuentros que tuvieron. Desearía que ese fuera el caso con mi papá, pero hay tantas cosas que no recuerdo y que no sé.

Las cosas que recuerdo son como pequeños fragmentos. Recuerdo ver televisión con él. Él se acostaba en el suelo de espaldas y yo me acostaba con la cabeza en su pecho y miraba la televisión. Solo recuerdo cómo subía y bajaba su pecho, cómo subía y bajaba su estómago, cómo sonaba su corazón latiendo mientras veíamos la televisión, y el calor de su pecho. Y eso, para mí, es un recuerdo muy arraigado de la sensación de cercanía que teníamos.

Y una de las cosas terribles de la pérdida es que al pasar de los años puedes sentir cómo los recuerdos se desvanecen y pierdes esos momentos íntimos: el sonido que hacía cuando llevaba la llave a la puerta y entraba después del trabajo, su risa, su voz. Hace un par de años, una organización sin fines de lucro que restaura viejas entrevistas de radio pública, creo que se llama Clocktower Radio… Mi papá había participado en una entrevista de radio por el libro que había escrito sobre crecer en Mississippi, al cual llamó “Families”, y esta organización lo restauró y lo puso en línea. Me enviaron un correo electrónico y me dijeron que podía escuchar esa entrevista de radio.

Yo… nunca lo había escuchado antes. No sabía nada al respecto, pero estaba en mi oficina en el trabajo, hice clic en el enlace y, de repente, la voz de mi padre llenó toda mi oficina. Era la primera vez que escuchaba la voz de mi papá desde que tenía 10 años.

[CLIP DE CLOCKTOWER RADIO]

WYATT COOPER: Mi relación con mis hijos es bastante extraordinaria. Quiero decir, mi relación con cada uno de mis hijos es extraordinaria y creo que somos extraordinariamente cercanos. Y nos entendemos de la manera más extraordinaria. No es solo mi juicio. Es lo que dice la gente que nos rodea. Y creo que es así porque toda mi vida quise tener hijos, y muy específicamente quería tener varones. Así que creo que de cierta manera revertí los roles y ellos se han convertido en los receptores del tipo de paternidad que yo habría querido.

[FIN DEL CLIP DE CLOCKTOWER RADIO]

Ahora me doy cuenta de cuánto en mi vida he tenido esta especie de deseo de recuperar esos sentimientos de seguridad que tenía con mi padre al caminar hacia esa pizzería lúgubre por la noche. Y me doy cuenta de que es una de las cosas por las que estoy muy feliz de tener un hijo propio y de que puedo sentir de repente esa sensación de conexión, seguridad y amor, y estar al otro lado de ello, ser la clase de papá que mi padre fue para mí. A mi hijo le puse el nombre de Wyatt en honor a mi padre. El nombre de mi padre era Wyatt Emory Cooper y el nombre de mi hijo es Wyatt Morgan Cooper. Me gusta la idea de esa conexión. Mi papá había dicho que esperaba que la mejor parte de él permaneciera en mi hermano y en mí. Y yo quería que esa parte de él siguiera exitiendo… quería que mi hijo supiera de mi papá y así heredar no solo el nombre, sino esa sensación de confianza que tienes al saber lo amado que eres y que tienes padres estables y amorosos y personas a tu alrededor.

Y la gente, con sus hijos, a menudo quiere corregir los errores que cometieron sus padres. No siento eso acerca de mi papá. Yo no estoy buscando corregir algo que él no hizo. Estoy buscando recrear todas las cosas que él hizo bien y transmitirlas para que mi hijo crezca de la forma en que mi papá esperaba que yo creciera, para que sea una persona honorable y con sentido de moralidad, dignidad, compasión por otras personas, y con empatía.

[SONIDO DEL TRÁFICO DE LA CIUDAD]

Mi madre era una mujer increíble que vivió una vida extraordinaria y épica con mucho amor, con pérdida y tragedia. Fue una superviviente. Pero generalmente cuando la gente habla de supervivientes, piensas en un cantante de salón borracho con voluntad de acero que ha sido derribado, se levanta y canta una canción al respecto. Ella no tenía nada de eso. No había nada de rudeza en ella. Ella era la persona más abierta y sensible que he conocido. Y para mí, su mayor fortaleza era su capacidad de permanecer vulnerable, optimista y esperanzada frente a una terrible tragedia.

Mi hermano se suicidó frente a ella. Saltó desde el balcón de nuestro edificio de apartamentos frente a mi mamá. Y poder superar eso es inimaginable. Y, sin embargo, no solo superó eso, sino que tenía esperanzas, creía en el amor y creía en las posibilidades. Mi mamá siempre decía: “Toda tu vida puede cambiar con solo una llamada”.

Una vez yo le dije… Ella tenía como 85 años, y le dije: “Tú todavía piensas que hay un tipo en un bote en la costa de Francia a quien conocerás, de quien te enamorarás, y con quien te escaparás”. Y ella me miró y dijo: “¿Un bote? No, un yate”. Pensé algo así como: “Sí, por supuesto. Qué tonto soy”.

Siempre me vi a mí mismo como un catastrofista. No me gusta decir “pesimista” porque suena muy negativo, pero “catastrofista” suena como algo nuevo y emocionante. Siempre espero que ocurra alguna catástrofe, que nada sea seguro, y quiero prepararme para ello. Quiero tener un plan si ocurre X, Y o Z. Mi mamá no tenía ningún plan y solía volverme loco cuando era niño porque siempre piensas que tus padres tienen algún plan. Hay una especie de perfil que… Creo que todos deseamos que nuestros padres… Todos deseábamos que nuestros padres fueran diferentes de alguna manera. Mi mamá no era la mamá tradicional. No estaba horneando galletas y, a menudo, no sabía los nombres de mis amigos.

El día de informes en la escuela, cuando los padres iban a recibir los informes y a conocer a los maestros y todo eso, yo hacía un plan como de una operación militar para que mi madre entrara y saliera de la escuela con la menor cantidad de personas viéndola e interactuando con ella. Solo quería que todo fuera rápido y sin problemas, no porque hubiera algo malo en ella, sino que llegaba con un abrigo de piel de castor púrpura de Zandra Rhodes. Y no sé cómo se consiguen castores púrpuras, pero no puede ser un proceso bonito. Yo pensaba… Le dije una vez, finalmente: “Mamá, ¿no puedes ponerte algo como lo que usan los otros padres?”. Y a la siguiente oportunidad fue con un traje de tweed de Peck & Peck. Ella me dijo: “¿Esto es más apropiado para ti?” Yo, por supuesto, me sentí mal y pensé: “¿Sabes qué? Sé tú misma”.

Pero es interesante cuando comienzas a cambiar en la vida y ves a tus padres desde otra perspectiva. Después de que mi papá murió, vi a mi mamá en el velorio de mi papá. La vi en el funeral, vi el dolor por el que estaba pasando y me di cuenta de que todo había cambiado y que ya no era un niño. Y llegué a ver a mi madre como una criatura extraordinaria de otra galaxia cuya nave se estrelló en la Tierra. Y era mi trabajo enseñarle a respirar el oxígeno y a encontrar un apartamento, lo cual no es nada bueno para un niño de 11 años. Después de la muerte de mi padre, me di cuenta que esa no era la estructura familiar tradicional, pero que necesitaba dar un paso al frente y comenzar a hacer todo lo posible. Es interesante cómo más adelante en la vida, a medida que envejeces con uno de tus padres, descubres cosas sobre ellos y sobre ti que nunca te diste cuenta.

Cuando mi madre cumplió 91 años, tuvo un problema de salud por primera vez en su vida. Y mejoró, pero fue un recordatorio para mí de que en realidad el tiempo va pasando, de que mi mamá tiene 91 años y no va a estar aquí para siempre. Necesito conocerla de maneras que la mayoría de las personas no tienen oportunidad con sus propios padres. No quiero que quede algo sin decir entre nosotros. No quiero que existan cosas que no recuerde de ella, como pasó con mi papá.

Comenzamos a tener esta conversación. Yo intencionalmente le dije: “Tengo una idea. ¿Por qué no tenemos una conversación tú y yo por correo electrónico durante el próximo año?”. Y tuvimos esta increíble conversación en la que de repente no solo descubrí muchas cosas sobre su vida, sino que me vi a mí mismo de una manera nueva. Me di cuenta de lo mucho que me parezco a ella.

Fue una revelación fascinante para mí. Somos similares en formas que no necesariamente me agradan. Por ejemplo, hay ciertos impulsos y una falta de satisfacción y esfuerzo por los cuales desearía estar más tranquilo, pero es maravilloso poder cambiar la dinámica con alguien en tu vida. Nunca es demasiado tarde. Nunca es demasiado tarde para cambiar la forma en que tienes una conversación ni para tratar de sentarte y tener una conversación.

Pero creo que aprender a ponerte en los zapatos de otra persona es muy importante. Ya no lo hacemos. No nos alientan a hacerlo. La gente de los medios. Todo el mundo ve las cosas desde una perspectiva en particular, y creo que es muy valioso preguntarse de vez en cuando: “¿Y si me equivoco? ¿Y si la forma en la que veo algo es incorrecta?”. Yo estoy completamente abierto a esa posibilidad en mi vida en todo momento. “Tal vez necesito salirme de mi perspectiva, ponerme en los zapatos de esta persona y ver las cosas a través de sus ojos”. Creo que eso es lo que me ayudó o me llevó a ser reportero. No es natural para mí hacer preguntas. Soy muy tímido. Pero entender a alguien más, cómo sobrevive, cómo toma decisiones, creo que es increíblemente valioso.

[SONIDO DE TRÁFICO Y SIRENAS]

Como siempre he pensado que la próxima catástrofe está a la vuelta de la esquina, no me gusta tener miedo de las cosas. No me gusta sentir el miedo en el estómago. Y había una cosa que siempre había evitado hacer, que era bailar en la televisión. Yo pensaba: “Nadie quiere ver a un hombre blanco canoso de 53 años bailando”. Pero hace un par de años fui a ver a Madonna al Barclays Center. Y soy un gran fanático. Yo crecí escuchando su música. No voy mucho a conciertos porque no me gustan las multitudes, pero Kelly Ripa iba a ir a ver a Madonna y a Mark Consuelos. Así que fui con ellos.

Y estábamos justo en la primera fila. Me lo estaba pasando genial. Su mánager se me acercó y me dijo: Madonna siempre sube a alguien al escenario. Le gustaría que subieras y bailaras con ella". Quizás había tomado una copa de vino o dos, y en realidad no bebo pero estaba en un concierto. Pensé: “Sí, claro”.

Entonces, alguien viene a buscarme y me lleva a esta pasarela larga en la que ella estaba bailando. De pronto estoy en este escenario enorme en el auditorio del Barclays Center con 20 000 personas, 15 000 personas. No tengo ni idea cuántas. Fue como una experiencia extracorpórea. Me vi desde arriba. Estoy en el escenario. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, ni de lo que estaba haciendo. Sus bailarines están mirándome y yo los estoy mirando a ellos. Todos me están alentando. Yo pensaba: “Esto debe estar saliendo bien”.

Luego me doy cuenta de que Madonna bailaba rozándose contra mí. Pienso: “Bueno, yo no sabía nada de esto. Esto no es lo que… ¿Qué está pasando aquí? De acuerdo, esto está pasando”. Luego ella toma mi mano, y comienza a dar saltos por el escenario. Pensé: “¿Se supone que debo bailar, caminar o saltar? No, no he dado saltos desde que… ¿he saltado alguna vez?”. De repente estamos de vuelta en el escenario principal, y Madonna está hablando.

De pronto, me entrega una banana. Le dije: “¿Qué se supone que debo hacer con esto?”. Empiezo a pelar la banana y a comerla bocado a bocado. Luego me doy cuenta de que estoy en una especie de círculo pequeño que tiene un motor o una especie de polea debajo, y empiezo a ir bajo el escenario mientras como la banana.

Así que estoy sentado bajo el escenario por un tiempo. Hay alguien allí y me lleva de regreso a Kelly y Mark. Les digo: “¿Qué acaba de pasar?”. Y ellos me dicen: “Fue genial”. Yo pensé: “¿En serio? Está bien”. Yo siento… el resto del show es genial, y que me encanta, y que lo estoy pasando muy bien. Estaba muy emocionado. Pensaba: “Dios mío. No puedo creerlo. Fue una experiencia increíble. Fue increíble”. Estábamos en el auto de regreso a la ciudad, y yo pensaba: “La gente estaba tomando fotos. Echaré un vistazo a las fotos”. Y hay una… La primera foto que vi fue muy bonita. Quiero mostrártela.

Puedes verme tipo: “Oh, Dios mío. Estoy bailando con Madonna”. Se ve increíble. Parece que estamos teniendo una gran experiencia sexi juntos en el escenario. Se ve muy bien. Luego empiezo a ver los videos, y no fueron nada buenos. Fueron muy malos. Yo no sé lo que estaba haciendo. No estaba bailando. Estaba mortificado. Tenía que ir a la sala de redacción en la mañana del día siguiente y sería la burla de todos con los que trabajo. La Internet se burlará de mí. Pensé: “Soy idiota. No puedo creer lo horrible que lo hice y lo mortificante que fue eso”.

Pero luego, con el tiempo, había algo en este video en el que estoy bailando mal y haciendo el ridículo frente a miles de personas que llegué a ver como una insignia. Pensé que está bien, me mortifiqué. Aún así sigo siendo una persona decente. Trato de hacer el bien a los demás. Trato de entender a otras personas. Y todos estamos luchando. Todos tenemos estas cosas que no nos gustan de nosotros mismos. Todos hacemos el ridículo.

Mi mamá solía cambiar su entorno todo el tiempo. Un día fui a la casa de mi mamá y ella había pintado sus chimeneas, no de un solo color. Las había convertido en obras de arte. Había escritos frases en ellas. En una de sus chimeneas había escrito este dicho: “Sé amable con todo el mundo, pues cada persona que conoces libra una gran batalla”. Creo que eso es muy importante. No sabemos la batalla de alguien más. Vemos a estas personas bailando en los escenarios y creemos que están bien. Pero sienten tristeza, solidad y tienen conflictos como todos los demás.

Y simpatizo mucho más con las personas que están pasando por algún tipo de destrucción pública. Obviamente, si alguien ha hecho algo ilegal o moralmente incorrecto, eso es completamente diferente. Pero trato de ser mucho más comprensivo con las personas que solo hicieron algo estúpido o dijeron algo que no refleja quiénes son en realidad. ¿Quién no ha dicho algo increíblemente estúpido, desconsiderado o negligente? ¿Esa persona merece ser conocida solo por eso por el resto de su vida, ?

[SONIDO DE TRÁFICO Y DE PASOS]

Aquí estamos. Llegamos a nuestro destino, Hudson Yards, donde está mi oficina. Este grande y moderno edificio nuevo de cristal. Es una estructura extraordinaria.

[SONIDO DE GAVIOTAS]

Todavía estamos en High Line. Lo bueno es que puedes escuchar a las gaviotas pasar en este momento. A pesar de que estamos en el medio de la ciudad con estas torres de cristal a nuestro alrededor, me encanta que haya gaviotas porque el agua está a solo un par de cuadras a nuestra izquierda.

Solía temer ir a trabajar, no porque no me gustara mi trabajo, sino porque pensaba en todas las cosas que quedaban por resolver y lo que tenía que hacer… iba a entrevistar a esta persona y a esa otra, lo que me esperaba en el día. Ya no me siento así. Caminar ciertamente ayuda, pero me gusta tratar de no pensar tanto en lo que viene o en lo que tengo que hacer o planear. Cada día solo intento estar más presente en los momentos de mi vida. Y así es como vivimos más.

[SONIDO DE PASOS]

De hecho, me encanta bailar cuando no es en un escenario frente a miles de personas, cuando es en un club o algo así. Durante mucho tiempo en la comunidad gay, los clubes y bares eran de los pocos lugares donde los gays podían reunirse y tener una especie de libertad y seguridad, porque en muchos casos no podían ser vistos juntos en público. No podían tomar de la mano a su ser querido en la calle, pero podían ir a un bar. Podían ir a un club y ser ellos mismos, y en el mundo gay eso es liberador y algo extraordinario de experimentar.

Así que la primera canción que quiero tocar, para mí… Es de una banda, The Communards, pero el cantante principal, Jimmy Somerville, solía tener otra llamada Bronski Beat. Recuerdo escuchar a Bronski Beat y a Jimmy Somerville cuando era adolescente y en mis veinte. Él era abiertamente gay, y la canción que elegí es “Never Can Say Goodbye”, que es una especie de himno disco clásico. Gloria Gaynor la cantó, y me encanta su versión, pero la de él es un poco más… Te da la sensación de estar en una pista de baile…

[LA MÚSICA COMIENZA A SONAR PROGRESIVAMENTE]

…de estar en un club y te da una sensación de libertad y posibilidades.

[MÚSICA - “NEVER CAN SAY GOODBYE” DE THE COMMUNARDS]

Esta canción me encanta. Es “Obeah Woman” de Nina Simone. Es una remezcla de DJ Logic, así que el ritmo es más contemporáneo, pero su voz es increíble y me encanta su crudeza y su emoción.

[MÚSICA - “OBEAH WOMAN (DJ LOGIC REMIX)” DE NINA SIMONE]

Quiero dejarte con una canción con la que corro y camino todo el tiempo. Es una selección extraña. Es Beethoven. No sé mucho sobre música clásica, pero él escribió esta cuando estaba sordo, así que en realidad no pudo oírla. Es Beethoven, “Oda a la alegría”. Quiero que escuches parte de ella porque me resulta transformativa, especialmente el coro… Hay un momento en el que explota con alegría, y es… Cada vez me pone la piel de gallina.

[MÚSICA - CORO DE “ODA A LA ALEGRÍA” DE LUDWIG VAN BEETHOVEN INTERPRETADO POR LA ORQUESTA SINFÓNICA DE LONDRES, JOSEF KRIPS]

Lo siento si divagué un poco. Suelo hacer eso. Pero espero que te haya resultado divertido. Gracias por tomarte el tiempo de caminar hoy conmigo.