¿Puedes subir tu mente y vivir para siempre? | Kurzgesagt

🎁Amazon Prime 📖Kindle Unlimited 🎧Audible Plus 🎵Amazon Music Unlimited 🌿iHerb 💰Binance

Video

Transcripción

El deseo de liberarse de los límites de la experiencia humana es tan antiguo como nuestras primeras historias.

Existimos en un universo infinito, atados únicamente por las leyes de la física, y aun así, nuestra consciencia está atrapada en máquinas mortales hechas de carne.

Con la impresionante explosión de la innovación y el progreso,

por primera vez parece posible el concepto de abandonar nuestras masas de carne y subir nuestras mentes a una utopía digital.

Incluso parece el siguiente paso lógico en nuestra escala evolutiva.

Subir la mente a un dispositivo y la inmortalidad digital son algunos de los temas centrales del juego Cyberpunk 2077.

Se desarrolla en un sombrío futuro distópico en el que la humanidad ha progresado más allá de la tecnología actual, y explora lo que podría suponer para la humanidad.

Hace cosa de un año, CD Projekt Red nos preguntó si querríamos hacer un vídeo sobre algunas de estas ideas, y nos prestamos de inmediato.

Así pues, exploremos este tema juntos:

¿Es posible subir la mente a un ordenador?

Bueno. Es complicado.

¿Subir qué exactamente?

«Mente» es una de esas palabras muy difíciles de definir.

Se piensa que son las habilidades colectivas de nuestra consciencia e inteligencia, lo que nos permite imaginar, reconocer y soñar.

Subir la mente es el concepto hipotético de hacer una copia de este mundo interno

y transferirla a un ordenador para ejecutar una simulación de la propia consciencia.

Pero la mera definición de la premisa se complica mucho y muy rápido.

La posibilidad de subir la mente se basa en tres supuestos.

Supuesto 1:

la mente reside en la estructura, la disposición y la bioquímica del cerebro.

La idea de que todo lo que supone la mente se encuentra en el cerebro se denomina fisicalismo y mantiene nuestro debate dentro del dominio de la ley natural.

Supuesto 2:

en algún momento, entenderemos el cerebro lo bastante bien y dispondremos de la tecnología para simular todos sus aspectos y hacer una copia digital de la mente.

Supuesto 3:

un programa de ordenador puede alojar la mente. Es decir, que la mente es computable.

No hay ninguna propiedad física del cerebro, incluida la consciencia, que no se pueda simular, aunque exija un montón de código.

Todos estos supuestos han sido planteados y rebatidos por científicos y filósofos, y siguen siendo objeto de un acalorado debate.

Con tantas preguntas fundamentales aún sin respuesta, es difícil hablar del tema sin molestar a alguien.

Sea cual sea tu postura, todo debate sobre la idea de subir la mente ha de empezar por el cerebro.

El cerebro en pocas palabras

El cerebro es la estructura biológica más compleja que se conoce y merece su propio vídeo, de modo que solo le echaremos un breve vistazo.

Alrededor de cien mil millones de neuronas se comunican a través de mil billones de conexiones

que envían señales hasta mil veces por segundo, es decir, ¡mil billones de eventos cada segundo de la vida!

Y no son solo las neuronas: hay miles de millones de células de apoyo e inmunes de varios tipos que realizan distintas labores.

A grandes rasgos, el cerebro se puede dividir en secciones con distintos roles, desde la respiración y el ritmo cardíaco hasta coordinar el movimiento y los reflejos involuntarios.

Las partes más desarrolladas, el neocórtex o capa más externa del cerebro, contiene los recuerdos, nuestra capacidad para planificar, pensar e imaginar, tener esperanzas y sueños.

No está del todo claro dónde se encuentra la parte del «yo» en el cerebro.

Sabemos que áreas como el precúneo son las que influyen en mayor medida en nuestra consciencia,

pero también que distintas áreas pueden formar una red para compartir tareas que ninguna de ellas puede hacer sola.

Los bloques de construcción del cerebro tampoco son precisamente sencillos.

Las neuronas no son solo cables, sino que alteran y procesan la información.

Las sinapsis, donde las señales se transmiten de una neurona a otra, contienen receptores para centenares de señales químicas que las abren a la influencia externa.

Tenemos una comprensión básica de cómo funcionan y podemos predecir con acierto su comportamiento a pequeña escala,

pero en el cerebro hay mucho más que señales nerviosas.

Las hormonas juegan un papel muy importante, como la serotonina, que afecta a nuestro ánimo, o la histamina, que nos ayuda a aprender.

El cerebro también está influido por otras partes, como los nervios cardíacos o las bacterias intestinales.

Lo que ya de por sí parecía un sistema muy complejo, se complica aún más cuanto más sabemos sobre él.

Para meter en un ordenador este embrollo de células, carne y sustancias químicas con tantas interconexiones, necesitamos un modelo que podamos simular en nuestro mundo digital.

Una especie de escaneo.

Por desgracia, nuestra tecnología de escaneo, como las máquinas de resonancia magnética, no es ni de lejos tan buena como para intentar algo así.

Pero hay otro método que parece muy prometedor:

cortar un cerebro en rodajas minúsculas y escanearlas con un microscopio electrónico de alta resolución para crear un mapa preciso de todas las células y conexiones.

En 2019, los científicos lograron cartografiar un milímetro cúbico de cerebro de ratón, del tamaño de un grano de arena,

que contenía cien mil neuronas con mil millones de sinapsis y cuatro kilómetros de fibras nerviosas.

Este grano de cerebro se cortó en 25 000 rodajas.

Cinco microscopios electrónicos funcionaron sin parar durante cinco meses y recogieron más de cien millones de imágenes.

Tardaron tres meses en montar las imágenes en un modelo 3D.

Los datos completos ocupaban 2 millones de gigabytes en la nube.

Para escanear un cerebro humano completo, sería necesario repetir ese esfuerzo un millón de veces, que se dice pronto.

Peor aún: para simular correctamente un cerebro, tal vez habría que cartografiar bloques mucho más pequeños para incluir los miles de millones de proteínas subyacentes

o incluso moléculas individuales que provocan los comportamientos que se observan a nivel celular.

Eso podría producir más datos que la capacidad de almacenamiento de datos del mundo entero.

Del agua cerebral al vino de la consciencia

Aunque todos estos problemas son fastidiosos, la auténtica cuestión es cómo convertir el plano estático del cerebro en algo activo.

Aunque tengamos un escaneo hasta el nivel de las sinapsis,

necesitamos leyes y reglas que animen el diagrama del cableado para dotar de vida a esta estructura estática,

actualizarla con las diversas leyes de los enlaces químicos, de la electrodinámica, para animar la simulación.

Para que se convierta en algo dinámico y activo como un cerebro, que exista de un microsegundo al siguiente, que evolucione con el tiempo, que piense, vea y actúe.

Lo cierto es que no sabemos si es posible conseguir esto.

Si nuestra tecnología puede producir mentes reales.

Todo depende de la naturaleza del problema:

La mente y el cerebro son complicados, pero ¿se pueden descifrar a base de trabajo?

¿O son tan complejos que escapan a nuestra comprensión?

En el peor de los casos, la consciencia supera al cerebro en un sentido que aún no hemos concebido.

Su complejidad es tal que no la descifraremos con escáneres mejorados.

El hecho de tener la lista de ingredientes podría no bastar para preparar el pastel de la consciencia.

Por ahora, tenemos unos resultados científicos tangibles y una meta como punto de partida,

pero el futuro de la simulación es incierto y harán falta muchos avances e investigaciones.

Históricamente, a los humanos se nos da fatal predecir los progresos.

Siendo optimistas, es una cuestión de trabajar y hallar las soluciones correctas.

Tal vez no sea necesario simular hasta el último átomo de cada célula.

En lugar de eso, quizá se puedan simplificar con modelos probabilísticos

que podrían reflejar el comportamiento cerebral con una cantidad más asequible de sistemas más sencillos.

En realidad, no sabemos si llegaremos a comprender nuestro cerebro y consciencia para subir mentes humanas.

Pero la ciencia está ahí, y merece la pena intentarlo.

Como mínimo, aprenderemos mucho de nosotros mismos y desarrollaremos un montón de avances tecnológicos.

Si lo logramos, nuestra tecnología informática, en constante evolución, podría dar cabida a la subida de mentes.

Las consecuencias para la humanidad y nuestro futuro en el universo generan tanto miedo como asombro.

La copia

Una mente subida supone la inmortalidad desde un prisma funcional.

A no ser que la copia almacenada se dañe o se elimine, seguiríamos existiendo en alguna parte.

Huelga decir que, si el escaneo sufre algún tipo de daño, nuestra mente también podría resultar dañada.

Podríamos sufrir una eternidad de dolor y paranoia, o un brote psicótico interminable.

El dilema de si esa mente digital somos nosotros crea otra controversia, pero supongamos que nuestra mente digital cree que sí.

¿Cómo cambiaría nuestra actitud ante la vida?

¿Nos tranquilizaría saber que la muerte no tiene por qué ser el final?

¿O nos cuidaríamos mucho para no morir antes de que suban nuestra mente?

Si la tecnología de escaneo avanza lo suficiente, nuestras versiones biológicas y digitales podrían coexistir.

Podríamos ayudarnos mutuamente al amenizar nuestra vida biológica por una parte, y por otra al asegurar el futuro de nuestra copia.

Pase lo que pase, nuestra copia emprenderá una nueva vida desde el momento en que abra sus ojos digitales por primera vez.

Tener un cuerpo funcional está muy bien, y estamos acostumbrados a él.

La comida, el amor, el dolor, el cansancio… Todo forma parte de nosotros y debemos convivir con ello.

Pero, al final, son el resultado de neuronas actuando en el cerebro.

Aunque pudiéramos optar por una vida en un cuerpo simulado, este podría ser opcional para una mente digital.

El amor podría perder su sentido si podemos acceder a él con solo pulsar un botón.

En su lugar, acabaríamos buscando experiencias nuevas y extraordinarias.

Caminar sobre la superficie del sol.

Acelerar el tiempo para omitir los meses aburridos.

Vivir simulaciones del pasado.

Nuestras perspectivas y prioridades cambiarían al vivir una existencia sin ataduras.

Cuanto más tiempo viviera una mente digital, mayores serían los conocimientos que tendría sobre ella misma, hasta el punto de alterar su propio contenido.

Sería tan sencillo como borrar un recuerdo que nos molesta.

Podríamos cambiar aspectos de nuestra personalidad como el rencor, las adicciones o la pereza.

Sin las limitaciones de la biología, nuestras capacidades podrían evolucionar junto con la tecnología,

mientras que nuestras prioridades y metas podrían resultar cada vez más extrañas a nuestro cerebro original, si este viviera.

Liberar todo el potencial de la inmortalidad digital sería un proceso gradual. Emprenderíamos proyectos que durarían más que una vida.

Los científicos podrían recopilar una cantidad ingente de datos, dando lugar a descubrimientos que podrían revolucionar el mundo.

Los más intrépidos podrían cargarse en naves espaciales y lanzarse a explorar las estrellas

con solo ponerse en pausa durante miles de años.

Aun así, no es muy probable que todas las mentes digitales se pusieran al servicio de la humanidad, ya que sus versiones de carne y hueso tampoco lo hacen.

Algunas buscarían poder e influencia, y gozarían de toda la eternidad para alzar imperios.

Otras empezarían a acaparar todos los recursos que pudieran y competirían con otras mentes que querrían hacer lo propio.

Cuanto más vivieran, menos simpatía podrían sentir por los seres orgánicos.

O imaginaos a los líderes sectarios que difunden mentiras e inventan religiones, si se dedicaran durante siglos a perfeccionar sus dogmas.

O quizás no hagan nada de eso.

Puede que nuestras mentes no estén hechas para ser inmortales, y las digitales fueran rígidas e improductivas

y acabaran retirándose tras vivir una larga existencia en la que experimentaron todo lo que ansiaban.

Cuesta predecir las buenas o malas acciones de una mente autodidacta con cientos o miles de años de tiempo libre.

Aunque las maravillas y los horrores de la subida de mentes escapan a nuestra tecnología actual,

podéis aprovechar el tiempo libre de vuestro presente y experimentar una interpretación de este futuro

recorriendo las calles de Night City en Cyberpunk 2077.

Cyberpunk 2077 ha sido desarrollado por CD Projekt Red, el estudio que nos trajo la saga The Witcher,

y se trata de uno de los juegos más esperados de los últimos años.

Os sumergiréis en un sombrío futuro distópico, cuya increíble tecnología redefine quiénes o qué somos.

Podéis formar parte de este enorme y asombroso mundo gracias a su inmersiva historia.

Aunque aún no hemos probado el juego, para cuando veáis este vídeo, lo más seguro es que ya lo estemos jugando.

Los trabajos previos de CD Projekt Red son el indicativo de que este juego será fascinante,

por ese motivo aceptamos hacer esta colaboración y mantuvimos en secreto este vídeo mucho tiempo.

Si os ha picado la curiosidad, echadle un ojo.