Hora de andar - Hora de andar con Misty Copeland

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Misty Copeland: Caminar siempre ha sido una forma de escapar de toda esa estructura a la que estoy acostumbrada, una caja cubierta de espejos, el estudio de balé. El movimiento siempre ha sido un escape para mí, y caminar es una forma más sutil de bailar.

[MÚSICA INTRODUCTORIA]

Sam Sanchez: Es Time to Walk, donde algunas de las personas más interesantes e inspiradoras del mundo comparten historias, fotos, y canciones que han influido en sus vidas. Misty Copeland superó muchos obstáculos al ser la primera mujer negra en ser bailarina principal del prestigioso Teatro de Ballet Estadounidense. En esta caminata, Misty cambia las ocupadas calles de Manhattan por las caminerías naturales del Bronx. Ella habla de cómo superar la adversidad le dio una plataforma para redefinir el aspecto de una bailarina de balé.

[SONIDO DE PASOS]

Misty Copeland: Estamos en la naturaleza, mucho verde, una buena forma de salir de la ciudad y sentirme parte de la tierra, lo que creo que es una buena manera de reiniciar mi cuerpo y mente.

Soy una de seis hijos y, literalmente, mi sobrenombre era Ratón porque era tan tímida que casi nunca expresaba mi opinión ni nada me motivaba.

Era… Definitivamente, lo peor de mi niñez fue cuando mi familia se tenía que mudar de motel a motel. Íbamos de aquí para allá entre diferentes moteles a lo largo del año donde pudiéramos pagarlo. Y éramos seis y mi madre, y vivimos por un largo tiempo en Gardena, California. No era un área muy segura. Había muchos restaurantes, gasolineras, bares y tiendas de licor peligrosas. Y, detrás de cámara, secretamente, encontré un lugar privado donde podía escuchar música. La música era parte importante de nuestro hogar. La música era un escape para mí de la vida que vivía mi familia, que era muy dura.

Cuando tenía alrededor de 12 años, decidí que iba a audicionar para el grupo de baile de mi escuela, lo que fue una sorpresa para mi familia porque yo era muy introvertida. Y mi hermana estaba en el equipo, y mi madre era porrista profesional de los Kansas City Chiefs. Así que decidí que iba a seguir sus pasos, y allí fue cuando de verdad, creo, fue la primera vez que tenía una meta acerca de lo que quería hacer. Decidí que iba a audicionar para el puesto de capitana del equipo de baile. Así que terminé haciendo mi propia coreografía a la par de aprender un baile completo, y me hicieron capitana.

Una vez que entré en la rutina de ser la líder del equipo, el entrenador me llamó aparte y me dijo, “Creo que tienes una habilidad natural, y creo que podría ir más allá de bailar en el colegio.” Así que me recomendó que tomara clases de balé gratis en el Boys & Girls Club, del que ya era miembro. Mis cinco hermanos y yo éramos miembros desde hace tiempo porque mi madre necesitaba que estuviéramos en un lugar seguro después de clases, mientras ella trabajaba.

Recuerdo que me la pasaba en el gimnasio porque mis hermanos jugaban baloncesto. Así que siempre estaba allí, pero era la primera vez que estaba allí sin el baloncesto. Esta vez, había barras de balé en la cancha, y la profesora Cynthia Bradley estaba ahí con un grupo de chicos a quienes trataba de otorgar una beca completa y quienes no habían tenido la oportunidad o la exposición al baile clásico. Así que pasó una semana o algo así donde cada día me decían que tenía que ir y ver esa clase de balé, pero yo me escondía en las gradas y veía desde lejos. Creo que ella me dio un par de días para que no me asustara y me fuera.

Finalmente, la profesora Cynthia se me acercó y negoció conmigo porque yo no tenía la ropa adecuada. Y me decía, “No me importa. Ponte tu ropa de ejercicio.” Recuerdo que fui al vestuario para ponerme la ropa de ejercicio, y pensaba, “Oh, Dios mío. No puedo creer que esto esté pasando.” Y me sostenía a la barra, y ella empezó a moldear mi cuerpo. Recuerdo que me subió el pie hasta la oreja, me pidió que lo mantuviera ahí con puro músculo, y yo lo hice. Y ella estaba sorprendida con solo una clase, y me dijo que pensaba que yo era especial y que jamás había visto a alguien como yo. Luego, empezó a usar la palabra prodigio, la cual jamás había escuchado.

Finalmente, la profesora, Cynthia, dijo, “¿Podrías darme el número de tu madre?” y ese fue otro paso que me avergonzaba dar. No quería molestar a mi madre con eso. Ella tenía muchas cosas de las que ocuparse y pensaba que el balé sería lo más lejano en su agenda. Ella tenía que cuidar a seis hijos, darles educación y comida en la mesa.

Así que al final le di el número y hablaron. Discutieron un poco. Pero mi mama al final dijo que sí, y pasamos un par de meses encontrando la forma de que yo fuera de la escuela a la academia de Cynthia. Y maduré muchísimo, pero se volvió mucha responsabilidad para mi madre y las personas a nuestro alrededor. Así que mi mama me dijo que tendría que renunciar, y recuerdo haberle dado la noticia a Cynthia y fue devastador. Creo que para ambas.

Pero recuerdo que me dijo, “Bien, ¿puedo al menos llevarte a casa?” Y me sentí mal porque jamás le había mostrado a nadie dónde vivía. Pero accedí y me dije, “¿Sabes qué? Tal vez sea la última vez que la vea. Así que ella puede ver donde vivo, y ya después no la tendré que ver más”.

Ella me llevó al motel, se estacionó, y se quedó boquiabierta. Ella no podía creer que yo viviera ahí y que jamás lo hubiese mencionado. Después que me dejó, volvió a los 10 minutos, tocó a la puerta, y habló con mi madre allí. Yo no pude escuchar nada. Unos minutos más tarde, mi madre se volteó y me dijo, “Cynthia pregunta si quisieras vivir con ella y entrenar porque cree que tienes lo que se necesita para convertirte en profesional”.

Y yo… no lo podía creer, y acordamos que lo haría. Empaqué las poquitas cosas que tenía, ropa y algunos libros, y me fui. Viví con ella durante tres años, y ese fue el inicio de mi carrera en el balé.

Maduré muy rápido gracias a ser parte del mundo del balé y de tener la experiencia de aprender de una forma que creo que muchos niños necesitan. Mejoré en la escuela. Me hice más sociable. Podía comunicarme mejor. Y creo que muchas personas no conectarían las dos cosas. Ellos pesarán que soy alguien en un estudio, bailando en un tutú, y que… que eso es todo. Pero gané todas estas herramientas y habilidades porque el balé me permitió expresarme mejor, comunicarme mejor, tener más empatía, amar mejor, confiar más. Creo que por eso me desarrollé en la mujer que soy hoy en día.

Creo que una de las cosas más asombrosas que me vio hacer mi familia… Por ejemplo, estar en Madison Square Garden con Prince, la Ópera Metropolitana con TBE, ellos estaban como, “Oh, okey.” Pero después me veían hablar con miles de personas, y ahí es cuando pensaban, “Guau, ¿quién es esta chica? Esto es… Ni en un millón de años hubiese pensado que Misty llegaría a ser ella.” Y creo que todo empezó ahí, en esa cancha de baloncesto, y el balé me dio una voz y una forma de expresarme.

[SONIDO DE PASOS]

Recuerdo estar en Tokio. En ese entonces, estaba de gira con el Teatro de Ballet Estadounidense. Recuerdo que me llamaron a la oficina del director cuando estábamos en Japón y él me informó que el coreógrafo del lugar había mencionado que me quería a mí como principal en su nueva creación de “El pájaro de fuego”. Y yo recuerdo estar muy feliz porque, a mis 29 años, no era común que te dieran una oportunidad así a esa edad, de protagonizar un balé completo, especialmente siendo una mujer de color.

“El pájaro de fuego” es un viejo cuento de hadas, y el pájaro en sí, el personaje, es una criatura mística, un ave. Ella vuela. Pero tiene una especie de poderes mágicos. Tiene plumas y, digamos, que, si le quitan una, la pueden usar para cuidarse del mal, proteger a la gente. Ella es buena, pero es salvaje, es libre, nadie la puede domar.

Es uno de esos papeles icónicos como los de “El lago de los cisnes”, o “Romeo y Julieta”, o Aurora en “La bella durmiente”. Es uno de esos clásicos que han estado cientos de años en el repertorio del balé universal.

Me dieron la noticia en Japón y fue muy emocionante, luego TBE tuvo el verano libre. Y muchos bailarines, en su tiempo libre, trabajan como artistas invitados con otras compañías, o viajan, o hacen trabajos cortos. Así que el Teatro de Baile de Harlem, en ese tiempo, me invitó a trabajar con un grupo de bailarines de color para acostumbrarme al ritmo de nuevo.

Y en ese tiempo recuerdo que, revisando Twitter, vi un artículo que decía que me habían seleccionado para ser parte de uno de los tres papeles principales en “El pájaro de fuego”. Recuerdo que me emocioné mucho y los demás bailarines me rodearon y me preguntaban qué me pasaba y si todo estaba bien. Yo les dije que me acababan de dar un papel en “El pájaro de fuego”. Y empezamos a llorar. Estaba tan agradecida por ese momento y por compartir ese momento con otros bailarines de color de mi comunidad por primera vez que tenía esa oportunidad, era increíble.

Llegamos a la ciudad de Nueva York para la temporada de primavera en la Ópera Metropolitana y ahí había una valla enorme detrás de la fuente en frente del Met. Y era yo en “El pájaro de fuego”, y lo recuerdo como otro de esos momentos donde no lo podía creer. “Esa no soy yo. Esa no soy yo. Esa es una mujer afroamericana frente al Met”.

Y era una oportunidad de invitar a la comunidad afroamericana, donde muchos no se sentían aceptados o que era un lugar donde no pertenecían porque no se veían representados a sí mismos.

Había estado experimentando mucho dolor en mi pantorrilla, en mi tibia izquierda. Yo sabía que tenía que hacer esa presentación en la ciudad de Nueva York para probarme a mí misma que era capaz de llevar el peso de una compañía entera sobre mis hombros en un trabajo clásico de tiempo completo.

El ritmo al que baila el pájaro de fuego es muy salvaje y rápido.

Y corro hacia el escenario. Todo lo que puedo ver es un mar negro y es así en la mayoría de los teatros grandes, no puedes ver a la audiencia. Pero yo no necesitaba ver a la audiencia. La música se detuvo. Hubo un momento de silencio.

[SILENCIO]

Pero por supuesto que la audiencia empezó a aplaudir.

[SONIDO DE APLAUSOS Y VÍTORES]

Y sabiendo por supuesto, de antemano, que mucha de la comunidad afroamericana estaría allí presente era suficiente para mí, para seguir adelante con la presentación, pese a mi lesión y al dolor en mi pierna.

[FINALIZAN LOS APLAUSOS Y VÍTORES]

Finalicé mi primera presentación, lo que fue una experiencia increíble, tener a más de la mitad del Met llena de gente negra y morena que estaba allí para apoyar a uno de los suyos. Pero sabia, al final de esa presentación, que no lo podría repetir. Si seguía bailando sobre mi pierna, saltando sobre mi pierna, creo que muy en el fondo, mi pantorrilla se hubiese fracturado. Me enteré de que tenía seis fracturas por estrés en mi tibia, y tres de esas eran fracturas con líneas negras. Así que casi se fracturaba todo el hueso.

Así que a la mañana siguiente, fui al teatro y le dije a mi director artístico que no podría continuar toda la temporada. Recuerdo que pasé por el Met y mi valla seguía al frente y otro bailarín me sustituiría. Después de que toda esta gente había viajado desde todo el mundo para apoyarme, fue muy decepcionante. Pero recuerdo que seguí caminando y caminando, a pesar de que no debía hacerlo. Pero, me dije, “Igual me van a operar. Así que mejor aprovecho este momento y camino”.

Recuerdo que pasé por un Starbucks, y este hombre sale gritando mi nombre. Era un amigo a quien no había visto por años. Nos paramos en la calle, como por 30 minutos, y me hablo de una organización llamada MindLeaps en Ruanda, de los niños increíbles que había allí y de cómo ellos usaban el arte y el baile para introducirlos en la educación y la escuela. Compraron una casa en una aldea local y la convirtieron en un estudio de baile, con una cocina para alimentar a los niños, y se podían bañar afuera. Y traían a estos niños de la calle. Los invitaban a pasar con música y los dejaban bailar, y mientras más se comprometieron los estudiantes a ir todos los días, empezaron a presentarles todos estos diferentes cursos conectados con su educación.

Recuerdo que por fin fui a Ruanda.

Donde sea que esté en el mundo, no importa el porqué de mi viaje, me aseguro de tener tiempo cada mañana para dar o tomar una clase de balé. Y así, en MindLeaps, me dejan usar el estudio de balé donde cada mañana antes de que lleguen los niños, puedo estar sola y trabajar en mi entrenamiento y técnica. Hay ventanas a los lados del estudio, frente a los espejos. Y yo estaba en la barra, y miro afuera, y había un niño afuera. Miré y él estaba copiando mis pasos. Estaba hacienda pliés, y estaba hacienda tendus, y… Y yo estaba sorprendida de ver a alguien en esta atmósfera, con quien sabe la cantidad de trauma y todo lo que haya experimentado en su vida y con este momento de escape. El niño se llamaba Ali y terminó siendo uno de mis niños que patrociné para ir a la escuela. Fue como verme a mí misma, sentada en esas gradas, y que alguien se ocupara de mí.

Lo que estos niños obtuvieron de mi fue ver a alguien que compartía experiencias similares. No tan empobrecida como la vida en Ruanda, pero alguien que se había convertido en una persona diferente por mis experiencias y de ser alguien que podía devolver el favor. Para mí, eso es lo más exitoso que puede pasar en esas situaciones. No es acerca de lo que he hecho, ni de con quién haya bailado, o dónde haya bailado. Era dar un ejemplo y darles oportunidades a personas en esas situaciones.

Y recuerdo despertarme con un texto de una amiga mía, que solo decía, “Prince quiere saber si le puedo dar tu número.” Yo estaba tan confundida. Primero, pensaba que se refería a un príncipe, de un país. Así que la llamé inmediatamente, y le dije, “¿De qué estás hablando?” Y ella me dijo que Prince había pasado un año buscandome, tratando de ponerse en contacto conmigo.

Un día después, ya estaba al teléfono con él, y me dijo que estaba grabando un video musical para su versión de la canción “Crimson and Clover.” Me reuní con él unos días despues. Llegué al set al día siguiente y no tenía idea de qué iba a hacer en ese set. Yo estaba lista, vestida, y Prince entra con un bastón adornado y se presenta a sí mismo, se sienta en silencio y deja que improvise y cree mi propia coreografía y movimiento allí mismo, con su música. Cenamos esa noche y compartimos nuestras experiencias similares de niños que eran muy artísticas y de chicos raros. Y me invitó a irme de gira con él. Me dijo, “Saldrás e improvisarás con estas canciones, y cuando yo termine, puedes salir bailando del escenario”. Era la primera vez que me daban esa libertad y responsabilidad como bailarina. El mundo del balé no está estructurado de esa forma. Todo tiene que ser coordinado y ensayado, y no se les da a los bailarines una voz o se les permite tener una opinión.

Recuerdo que bailé con él por primera vez en su gira “Welcome 2 America” . Era su primera gira estadounidense en mucho tiempo. La primera noche, iba a bailar para “The Beautiful Ones,” y subí al escenario. Recuerdo que empecé mí solo y mis rodillas casi me abandonaron cuando él fue al micrófono y dijo, “Damas y caballeros, la señorita Misty Copeland”.

Y yo no lo podía creer. Como bailarines, constantemente nos recuerdan que debemos agradecer todas las oportunidades que nos den y que no deberían compensarte por todas esas cosas. Y yo asumí que era la bailarina de Prince, pero no era así como él me veía.

Él me veía como una artista que bailaba con él, y creo que esa noche definitivamente fue un gran paso para mí, como artista e individuo. Prince realmente me mostró que ser única es poderoso, y no creo que yo siempre haya pensado así. Y creo que fue durante mi tiempo con Prince, donde realmente me encontré a mí misma como persona y como mujer.

[SONIDO DE VEHÍCULO PASANDO]

De Nueva York me encanta su caos y rapidez, pero también es bueno poder cambiar la velocidad, y solo escuchar el viento y… Y los pájaros y no los vehículos, las sirenas, o las cornetas.

[MÚSICA COMIENZA]

Esta canción me ha ayudado a pasar por muchos momentos difíciles. Solo la letra y su emoción al cantarla, creo que me ha permitido tener paz mental. La canción es “I Gotta Find Peace of Mind” por Lauryn Hill.

[MÚSICA - “I GOTTA FIND PEACE OF MIND” POR LAURYN HILL]

Esta canción tiene una hermosa representación del amor entre peronas negras. Creo que es una hermosa representación de que personas de color pueden tener relaciones íntimas, amorosas y atentas donde los dos sean iguales. Siento que es una muy buena representación de eso. La canción es “Best Part” por H.E.R.

[MÚSICA - “BEST PART” POR H.E.R.]

A menudo, creo que ver una presentación o ver un baile y el movimiento al ritmo de la canción te hace escucharla de forma diferente, y eso es lo que siento con esta canción.

[MÚSICA COMIENZA]

Escogí esta canción para ver a bailarines presentándola. Había algo muy sutil, con alma y apasionado en ella, y amo ese tipo de música… Una sensación y puedes sentarte y sentir esas emociones. Esta es una buena canción para eso. Esto es “Free” por 6LACK.

[MÚSICA - “FREE” POR 6LACK (VERSIÓN TODO PÚBLICO)]

Ha sido un día hermoso para salir y reflexionar acerca de tantas cosas que me han inspirado, motivado y guiado en mi viaje. Gracias por tomarte el tiempo de caminar conmigo.