Los Reinos Guerreros de la Hormiga Tejedora. | Kurzgesagt

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Video

Transcripción

En lo profundo de las selvas tropicales, se encuentran los reinos flotantes.

Gobernados por hermosos y mortales amos.

Son como los altos elfos del reino de las hormigas,

arquitectos talentosos que crean castillos y ciudades-estado.

Pero también son guerreros fieros y expansionistas

y sus reinos están atrapados en una interminable guerra por la supervivencia.

Hormigas tejedoras Oecophylla.

Música de introducción

Las tejedoras Oecophylla caminan en patas largas,

tienen cuerpos esbeltos y ojos grandes,

que las hacen ver adorables.

Aunque sus fuertes mandíbulas y su habilidad para disparar ácido

las hace buenas matando.

Pero dejemos esto para más tarde.

Sus colonias habitualmente tienen dos o tres clases obreras

que varían drásticamente en tamaño:

mayores, menores y a veces pequeñas “mínimas” obreras.

Dependiendo de la localización y la especie,

varían en color desde marrón oscuro hasta verde esmeralda.

Además de su sofisticado aspecto, lo que las hace especiales

es que están en el negocio de la construcción de reinos.

Les gusta construir a todas las alturas,

empezando por pequeños matorrales a unos centímetros del suelo,

hasta diez metros en las copas de los árboles.

Pero no están satisfechas gobernando una sola planta.

Las tejedoras buscarán ramas o lianas como puente hacia otros árboles,

y se expandirán a todas las plantas que puedan alcanzar.

Así, las colonias se esparcen hacia arriba y los laterales por las copas.

Los reinos conocidos más grandes de tejedoras

ocupan hasta 1,600 metros cuadrados,

alrededor de cuatro canchas de básquetbol,

mucho terreno por cubrir para unas pequeñas hormigas,

y sumamente difícil de controlar.

Por ello, las hormigas tejedoras construyen docenas de nidos dispersados por su territorio:

puestos fronterizos para defender su reino,

tubos o bolas hechos de hojas y láminas espectrales de seda.

Estas obras maestras arquitectónicas de alta-hormiguería

son creadas por las tejedoras mayores,

las hormigas más grandes, las cuales son responsables de los trabajos más peligrosos,

como luchar, buscar comida y construir nidos.

Para empezar un nuevo nido,

una mayor intenta doblar diferentes hojas a su alrededor en forma de tubo.

Si una de las hojas es flexible, más obreras llegarán para ayudar.

Cadenas de obreras tirarán juntas de los bordes de las hojas

o alcanzarán hojas distantes para añadirlas a la construcción.

Mientras se lleva a cabo el trabajo de tirar y doblar,

otras obreras cargan larvas del nido más cercano al lugar de construcción.

Usualmente, las larvas de hormiga hilan un capullo a su alrededor para protegerse.

Pero las tejedoras dan toda su seda a la colonia como material de construcción.

Así, cuando las obreras aprietan las cabezas de las larvas sobre la hoja,

desprenden su hilo pegajoso como si fuesen pequeñas pistolas de pegamento.

De esta forma, las trabajadoras cosen las hojas para que no se desdoblen.

Esto crea una cámara central,

que se usa como base para más de 300 hojas que se enrollan a su alrededor.

Juntas, forman pequeños espacios y actúan como habitaciones adicionales para el nuevo puesto fronterizo.

Para hacerlo aun más acogedor,

las obreras menores usan las larvas para tejer pisos y habitaciones adicionales.

Los nidos se suelen construir como barracones en los bordes del territorio,

o como almacenes para crías y víveres.

Así, las hormigas no cruzan grandes distancias para llegar a sus cuarteles,

y tienen soldados cerca de cualquier potencial punto de conflicto.

También hay un nido especial en el centro de la red,

que se reserva para la reina y sus guardias.

Allí, ella produce cientos de huevos al día,

que se transfieren a nidos adecuados con habitaciones de crianza.

Una colonia es una red de pequeños castillos y fosos,

conectados por puentes suspendidos, hechos de hojas, lianas y ramas.

Una colonia establecida tiene fácilmente medio millón de individuos que alimentar.

Afortunadamente, las hormigas tejedoras evolucionaron para relacionarse

de forma cercana y beneficiosa con sus anfitriones:

los matorrales y los árboles.

El árbol le da a las hormigas una casa y acceso a resina dulce para beber.

Pero aun más importante, les permite cultivar ganado,

como áfidos u orugas, que producen ligamaza para ellos.

Esto habitualmente dañaría al árbol,

pero estos insectos pertenecen a un grupo selecto.

Solo algunos vecinos y el ganado de las hormigas pueden acceder al árbol frutal.

Ahuyentan a otros insectos, e incluso herbívoros más grandes,

o incluso los matan y devoran.

En la mayoría de casos, el árbol solo tolera niveles de daño aceptables

mientras es protegido de plagas más peligrosas.

El reino de las hormigas tejedoras podría ser un paraíso, si no fuese por la competencia,

mayormente de otros reinos.

Al igual que los humanos de la edad media,

cada reina busca conquistar a otros y adueñarse de sus tierras.

El control de la tierra fértil es clave para sobrevivir en la jungla.

Y si el reino pierde demasiada, se encoge y es conquistado o muere de hambre.

Por lo tanto, expandirse y defender las fronteras es esencial para la supervivencia.

Cuando un reino invade otro,

primero junta un ejército de unos pocos miles de mayores

que empiezan su camino hacia la colonia enemiga.

El objetivo es robar un poco de territorio y quedárselo.

Las patrullas defensoras de las tejedoras detectan rápidamente a los invasores

e inmediatamente desprenden una feromona de alarma.

Algunas van al frente para defender,

mientras otras corren a las barracas más cercanas en busca de ayuda,

marcando su ruta con feromonas.

Cuando se encuentran con otras hermanas,

sacuden su cuerpo como si estuvieran en combate,

para indicarles que sigan el camino de feromonas al frente de batalla.

En el campo de batalla, las mayores de ambos bandos elevan sus cuerpos,

se rodean la una a la otra con las mandíbulas abiertas,

e intentan detener a sus oponentes.

Si una hormiga agarra a su oponente,

arrastra a la víctima hacia el grupo aliado de mayores y es inmobilizada.

Las hormigas descuartizan a la víctima,

arrancando sus antenas y piernas,

y abriendo sus abdómenes.

Para retrasar el avance de los atacantes,

las mayores defensoras expulsan ácido fórmico en el campo de batalla,

para causar quemaduras químicas sobre los objetivos.

Los atacantes responden del mismo modo.

En el caos de la batalla,

ambos bandos pierden incontables guerreros en el progresivamente acídico campo de batalla.

Tras unos pocos minutos, llegan los refuerzos de los puestos de avance,

y la ventana de tiempo para un ataque exitoso se cierra lentamente.

Ahí es cuando la batalla cambia.

Los defensores lentamente hacen retroceder al bando atacante.

Al final, los atacantes no pueden continuar y deben retirarse.

Para ambos bandos, fue una batalla difícil.

Miles de cadáveres yacen en el suelo bajo el campo de batalla,

y muchas hormigas están severamente heridas.

Sin embargo, el nido y las crías de la colonia defensora están a salvo.

El intento de los atacantes para tomar nuevo y valioso territorio ha fallado…

…por ahora.

Lo volverán a intentar pronto.

Pero el reino estará preparado.

Para las altas hormigas de los reinos flotantes,

la guerra no es nada especial.

Solo es una realidad de la vida.

Porque como sabemos, los imperios nunca tienen suficiente.

Y las hormigas tejedoras están listas para luchar.

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[Música de despedida]

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