Hora de andar - Hora de andar con Ibram X. Kendi

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Ibram X. Kendi: Cuando salgo a caminar, lo pienso como un momento para pensar y para resolver mis problemas, sean problemas de esta época o problemas de mi vida. Salir a caminar es un momento para estar tranquilo, para simplemente estar con uno mismo. Y en muchos aspectos, nuestras vidas van a toda marcha, y hay momentos en los que necesitamos calmarnos y enfocarnos. Sin ninguna duda, cuando salimos a caminar, podemos hacerlo.

[MÚSICA DE APERTURA]

Sam Sanchez: “It’s Time to Walk”, el lugar donde algunas de las personas más interesantes e inspiradoras del mundo comparten historias, fotos y canciones que influyeron en sus vidas. Para comenzar el Mes de la Historia Negra, estamos haciendo hincapié en la riqueza de la historia, la cultura y las contribuciones de la comunidad negra. El profesor y exitoso autor Ibram X. Kendi ayudó a reformular el debate sobre el racismo en los Estados Unidos cuando su libro “Cómo ser antirracista” se volvió un referente cultural. En esta caminata, habla sobre resiliencia en tiempos de adversidad personal y política.

Ibram X. Kendi: Estamos en Boston, y estamos caminando específicamente por Jamaica Pond, que es, claramente, uno de los estanques más hermosos e incluso más famosos de la ciudad de Boston. Y este verano, vine a Boston para comenzar un nuevo centro de investigación antirracista en la Universidad de Boston y para ser profesor.

Cuando pienso en Boston, pienso en la región en la que uno de mis ídolos, W. E. B. Dubois, vivió y estudió por un tiempo. Pienso en Malcolm X. Pienso en Martin Luther King, que por supuesto hizo su doctorado en la Universidad de Boston y que literalmente era estudiante de esta universidad seis meses antes de liderar el boicot de autobuses de Montgomery. Pero también pienso en el siglo XIX, cuando Boston estaba literalmente a la cabeza del movimiento antiesclavista.

Es decir, hay muchas personas increíbles que vivieron aquí y que pelearon aquí por un país distinto. Sin duda, sospecho que muchas personas que conoces vienen a Jamaica Pond a descomprimir, a hacer ejercicio, a reflexionar, porque este es uno de los espacios verdes más increíbles de la ciudad de Boston.

En 2019, publiqué el libro titulado “Cómo ser antirracista” y, en un sentido general, alentaba a la gente a reconocer que lo contrario a ser racista no era ser “no racista”. Era esforzarse por ser antirracista.

En muchos aspectos, nos están enseñando a negar las formas en que somos racistas. Así que no solo nos enseñan a ser racistas, sino a negar que lo somos. Y esto se debe, en parte, a que nos enseñan que el racismo es una categoría fija, que es nuestra esencia, que nos corre por las venas, que está en el corazón.

Pero en “Cómo se antirracista”, argumento que ser racista o ser antirracista no son identidades fijas. No es lo que una persona es. Es lo que una persona está siendo en un momento en particular.

Y así, efectivamente, una persona puede, en un momento, decir que las personas negras son vagas y, en ese momento, está siendo racista. Un instante después, puede estar cuestionando a alguien que dijo que los inmigrantes latinos están invadiendo el país y, en ese momento, están siendo antirracistas. O una persona puede ser racista durante la mayor parte de su vida, reconocerlo, y comenzar a luchar contra eso y a expresar las nociones de que los grupos raciales son iguales.

El libro salió el verano pasado.

Por supuesto, di varias charlas sobre el libro, y en una, había una fila bastante larga de personas que querían que firmara sus libros y, como es normal, hablo un poco con la gente, pero también intento que pasen rápido para que no esperen una eternidad.

Pero nunca olvidaré esto. Una mujer mayor, blanca, que se me acercó con sus libros. Quería que se los firmara. Me agradeció la charla y que haya ido. Entonces, me preguntó: “¿Puedo decirte algo?”. Y claro, no puedo decirle que no a alguien mayor. Por supuesto, le dije que sí. Entonces, me dijo: “Me di cuenta con tu trabajo, específicamente con este libro, de que había sido racista básicamente durante toda la vida. Y tengo 80 años y no quiero morirme así. Entonces, durante el tiempo que me queda, me esforzaré por ser antirracista”.

Y esto me quedó grabado porque si alguien con más de 80 años puede tener el valor de admitir cómo fueron durante la mayor parte de su vida, y aun así, tener la capacidad de decir: “Todavía puedo cambiar. Tengo más de 80 años, pero todavía puedo cambiar, entonces, ¿por qué alguien no podría hacerlo?”. Y eso de verdad me cautivó porque me mostró la belleza del espíritu humano por cambiar.

Me parece importante tener cierto nivel de paciencia y de empatía por la gente que está siendo racista porque, primero que nada, las posibilidades de que siempre seamos antirracistas son muy bajas. Entonces, primero, hay que reconocer que a nosotros también nos manipularon para creer que la causa de esta desigualdad son las malas personas y no las malas políticas. Dicho de otra manera, cuando vemos a la sociedad, decir que de ninguna manera hemos apoyado al racismo o a la supremacía blanca no es… Es decir, creo que la gran mayoría, sino todos, no puede decir eso.

Intento inclinarme por eso. Intento inclinarme por el hecho de que sí, hubo momentos de la vida en que creí que el problema eran las personas negras. Y me parece que esta historia me recuerda a alguien que se propuso cambiar.

Mi intención no era que con una sesión de seis horas la intentara cambiar o la forzara a pensar distinto. Ella misma se lo propuso, lograr un cambio, comprender. Y me parece que debemos darles la cortesía y la posibilidad de hacerlo.

No depende de las personas de color cambiar literalmente a las personas blancas que están siendo racistas. Pero no se trata de que yo transforme a esta persona. Se trata de que esa persona que usa la literatura que escribí, y seguro la que otros escribieron, para transformarse.

Un día, cuando vivía en Filadelfia… Creo que tenía unos 25 años. Recién había obtenido un doctorado y era profesor, y una mañana decidí ir a la peluquería.

Por supuesto, como tengo rastas, no me corto el pelo, sino que intento emprolijarlo periódicamente. Pero para ir a mi peluquero, tenías que llegar temprano y así poder salir rápido. Así que decidí despertarme temprano para llegar con tiempo.

Pero antes de ir a la peluquería, pasé por una farmacia porque quería comprar un poco de… Creo que dentífrico y un cepillo de dientes. Me parece que era otoño. Así que hacía unos 10 grados más o menos. Entonces, me puse una sudadera, un pantalón y unas chanclas con medias. Sí, llevaba chanclas con medias. A los que no les gustan, lo siento.

Entonces, conduje hasta la farmacia, con la esperanza de no tardar más de unos minutos e ir directo a la peluquería. Estaciono en frente y me doy cuenta de que hay un auto de policía, pero no estaba bien estacionado. Así que sabía que algo estaba sucediendo. Pero claro, solo iba a entrar y salir por un dentífrico y un cepillo.

Entonces, entro a la farmacia. Como en la mayoría de las farmacias, hay una parte despejada entre los pasillos y la caja. Entonces, paso por la parte despejada y empiezo a ver los pasillos y qué hay en cada uno para encontrar el cepillo de dientes.

Y a mi izquierda, veo que se me acerca un policía. Sigo caminando. Llevo las manos en el bolsillo de la sudadera porque afuera hace frío. Cuando me doy vuelta para verlo, él se me acerca con una mano en su arma y me pide que saque las manos del bolsillo.

Entonces, le pregunto por qué, algo que, en retrospectiva, pudo haber sido una sentencia de muerte, pero por suerte, el policía solo tomó el arma con un poco más de fuerza y me ordenó de nuevo que sacara las manos del bolsillo.

Entonces, saco las manos del bolsillo y le pregunto qué demonios estaba sucediendo. Entonces, me ordena que saliera de la farmacia, me apoya sobre su auto y comienza a revisarme todos los bolsillos. Y obviamente, se da cuenta de que no iba armado, entonces me lleva a la parte trasera del auto. En unos minutos, llegaron varios autos de policías. Todos los policías estaban en este estacionamiento pequeño.

Imagínense, alguien había estado disparando en la zona y yo cumplía con todos los requisitos: hombre negro, sudadera negra. Al parecer, la persona se había escapado. Entonces, la estaban buscando. Piénsenlo, estoy entrando a una farmacia, paso por al lado de un auto de policía, en chanclas, y de alguna manera, el policía cree que soy sospechoso. Finalmente, se dieron cuenta de que no era la persona que buscaban, pero mientras tanto, sospecho que esa persona se escapó porque estaban hostigándome y estableciéndome un perfil racial.

Pero lo más triste de todo es que, finalmente, me dejaron ir. Finalmente, se fueron del estacionamiento. Finalmente, me subí al auto y conduje hasta la peluquería. Y fíjense, llegué tarde, y no puedo contarles todas las veces que llegué tarde porque la policía me demoró por alguna u otra razón.

Pero en este caso, entro a la peluquería y veo que hay tres o cuatro tipos que ya estaban esperando a que los atendieran. Entonces, me siento a su lado, y todos cumplían con la descripción. Todos tenían una sudadera negra y eran hombres negros. Y supongamos que uno de nosotros tuvo una discusión a la mañana con un amigo, estaba agitado y, como resultado, uno de nosotros dijo más que un “¿por qué?”. Nos habrían matado, y luego nos habrían culpado por nuestra propia muerte.

No me imagino que en un barrio blanco los policías se digan: “Demoremos y detengamos a cualquier blanco que lleve sudadera blanca”. Es la única descripción que necesitamos: “Hombre blanco, sudadera blanca”, y lo harían. No es algo que los policías suelan hacer porque entienden, sobre todo si se trata de personas que consideran humanos, que es hostigamiento.

Pero en las comunidades negra, de alguna manera, es aceptable. ¿Pueden creerlo? Y ese es el problema con la historia, que no tienen una descripción. Hombre negro con sudadera negra no es una descripción. Es una licencia para hostigar a personas. Es una licencia para hostigar a quien sea que veas.

Y por eso, la gente le teme a la policía. Porque hay gente cuyos familiares fueron asesinados por la policía y luego culpados. Y luego, se demoniza a la víctima. Casi todos son víctimas de perfilado racial, de hostigamiento y de brutalidad meramente por el color de la piel.

Podría haber muerto ese día. O cualquiera de los otros hombres negros de la peluquería. Cualquiera pudo haber muerto ese día. Y no habría sido por haber hecho algo mal. Literalmente, fui a comprar dentífrico, y pudo haber sido una sentencia de muerte.

Nos podrá parecer una hipérbole, pero luego pienso que tres meses después, un adolescente que iba camino a su casa con unas golosinas, o creo que con un té helado, le establecieron un perfil racial y lo mataron. Y luego exoneraron su asesinato.

Estoy hablando de Trayvon Martin. Eso sucedió unos meses después. Yo pude haber sido Trayvon Martin. Por eso, tantas personas, cuando se enteran de lo que le pasó a Trayvon Martin y que luego exoneraron a George Zimmerman, es por eso que tantas personas se ven reflejadas en esa historia. Tantas personas negras. Tantas personas negras que viven en barrios donde les hacen hostigamiento y perfilado racial, no solo la policía sino incluso grupos racistas. Porque podría ser así de simple. Un día decides salir a comprar algo y no regresas a casa.

En enero de 2018, cuando vivía en Washington D. C., durante semanas o incluso meses, había estado perdiendo peso, ni me había dado cuenta. Tenía que ir al baño unas 10 o 15 veces al día. Llevaba semanas sangrando. No fumaba. No bebía. No tenía ningún factor de riesgo de cáncer de colon. Pero por supuesto, querían descartarlo. Así que me hicieron una colonoscopía.

Y por supuesto, como todos los que se hicieron una colonoscopía lo sabrán, no es algo sencillo. Lleva toda la noche, pero bueno, me hicieron el procedimiento y estaba esperando en el consultorio de la doctora. Entonces entró y nos dijo a mi esposa Sadiqa y a mí que vio una protuberancia en el colon sigmoide, que estaba sangrando y que probablemente era canceroso. Y por supuesto, sugirió que me realizara una tomografía y una biopsia para confirmar, pero estaba bastante segura.

Después de la colonoscopía, Sadiqa y yo habíamos quedado en ir a desayunar con mi madre y se nos había hecho tarde, y sospeché que estaba preocupada. Desde que la doctora me había dicho que podía ser canceroso, estaba literalmente en estado de shock. No podía ni siquiera hablar. Entonces, nos sentamos… con mi mamá, y todavía estaba un poco callado.

Miraba hacia arriba, hacia abajo, hacia un costado, no podía ni siquiera mirarla a los ojos. Y claro, lo primero que me preguntó fue: “¿Por qué tardaste tanto? ¿Qué está pasando?”.

Entonces, Sadiqa le contó sobre la protuberancia y que podía ser canceroso. Entonces, mi madre me miró directo a los ojos y me dijo: “Bueno. Si es canceroso, lo solucionaremos”.

Entonces, la vi a los ojos, y creo que fue la primera vez que vi fijamente a alguien desde que me dijeron que podía tener cáncer, y luego lo repitió. “Lo solucionaremos”. Y… y luego supe que hablaba en serio, porque ella es así. Para ella, no importa lo que te suceda, siempre hay que seguir adelante, esforzándose y luchando.

Y en ese momento, no sabía si podía seguir adelante. No sabía si podía seguir esforzándome. No sabía si podía seguir luchando, pero ella, por supuesto, me dijo que yo podía.

Y Sadiqa repitió: “Sí, lo haremos. Lo solucionaremos”. Y creo que, por primera vez, me dije con calma: “Sí, lo haremos. Lo solucionaremos”.

Para mí, al igual que con otras personas, cuando oyes que puede que tengas cáncer, también oyes que puedes que te mueras.

Y un día te despiertas y estás pensando en todas las cosas que harás en la vida, y luego una hora después, alguien te dice que puede que te mueras. Para mí, era solo… era solo un shock.

Cuando mi mamá me dijo: “No, lo solucionaremos”, y al ver cómo ella lo creía hasta lo más profundo de su cuerpo, de pronto pensé: “Bueno, tal vez no me muera, tal vez pueda superarlo”. Y por eso, de verdad, para mí, me habían inculcado valor.

Creo que fue importante juntar el valor en el momento crítico porque creo que cualquier adversidad que enfrentemos en la vida, tenemos que creer que podremos superarla. Tenemos que creer que podemos superarla, en especial una adversidad como una enfermedad grave.

Y al día siguiente me diagnosticaron cáncer de colon estadio cuatro, pero creo que ya me había inculcado, o mi madre me había inculcado, e incluso Sadiqa, que íbamos a solucionarlo, y así fue.

Así que creo que, en términos de salud, estoy bien. Hice seis meses bastante intensos de quimioterapia y una cirugía bastante extensiva. Y luego de todo eso, milagrosamente, ya no podían detectar cáncer. Y esto fue hace un poco más de dos años.

Y al reflexionar sobre el impacto que tuvo en mí tener y luchar contra el cáncer, tuve una respuesta similar que la de mi esposa Sadiqa, y eso que ella es médica, pero ella nunca había… hasta que luchó contra el cáncer de mama, nunca había tenido una enfermedad grave en la que ella era la paciente. Entonces, eso le dio perspectiva sobre lo que los pacientes enfrentan, que creo que le generó un cierto grado de empatía.

Para mí, es lo mismo, pero la verdad, los pacientes son la gente. Cuando atraviesas una enfermedad de una gravedad increíble, atraviesas un dolor persistente extraordinario. Y en muchos aspectos, así se siente vivir en la pobreza. Así se siente la inseguridad de la vivienda. Así se siente tener hambre. Así se siente enfrentar a un supervisor que es profundamente racista, sexista u homófobo. Así se siente enfrentar la intolerancia consistente y constante. Así se siente ser negro y entonces ser peligroso.

Entonces, lo que esto me permitió fue básicamente enfocarme en el dolor, porque sé cómo se siente el dolor.

En retrospectiva, creo que no tengo otra alternativa más que creer que podemos hacer lo imposible. Y hacer lo imposible es superar la adversidad que enfrentamos nosotros mismos o nosotros como sociedad, porque la única otra alternativa es morirnos o que nos lastimen. Y solo quiero alentar a la gente. Quiero alentarte, porque cuando pierdes la esperanza, ya perdiste. Pero si podemos creer en hacer lo imposible, pasaremos el resto de la vida intentando hacerlo.

[SONIDO DE PÁJAROS Y PASOS]

Ahora estamos viendo el estanque, estamos saliendo, caminando y viendo la belleza de la naturaleza. Esto me hace reflexionar sobre la belleza de la humanidad y la relación entre la naturaleza y la humanidad. Y a fin de cuentas, cada uno de nosotros debería estar esforzándose por traer más belleza al mundo. Así que cuando salimos y caminamos y vemos la belleza, me recuerda por qué estoy luchando y por qué estoy viviendo.

Crecí en Queens, Nueva York, escuchando hiphop. Y en muchos aspectos, la vida tiene banda sonora, y para mí, la banda sonora era el rap de Nueva York. No puedo imaginarme ir por la vida sin música. De la misma manera, en especial los artistas de hiphop han podido ponerme la vida en perspectiva, de la misma manera que su ritmo tiene una forma de hacerme sentir que otras cosas no tienen. La música es esencial para la vida.

Bueno, “One Mic” de Nas es una canción que siempre me hace sentir un cierto grado de urgencia por cambiar. Y si escuchas esa canción, cada verso te lleva a este momento.

[COMIENZA LA MÚSICA]

Es decir, sigues cantándola sin parar. El momento para transformar el país, el mundo, es ahora.

[SUENA “ONE MIC” DE NAS]

Siento que la canción “Comin’ from Where I’m From” de Anthony Hamilton me habla, y que cuenta las experiencias de muchas otras personas que se vieron forzadas a vivir una injusticia social persistente…

[COMIENZA LA MÚSICA]

…en la que sus comunidades están devastadas en muchos aspectos por la falta de inversión política y se ven forzadas a vivir todo eso, además de culparse a ellos mismos por la devastación.

[SUENA “COMIN’ FROM WHERE I’M FROM” DE ANTHONY HAMILTON]

“I Can’t Breathe” de H.E.R. es, a mi parecer, uno de los himnos del año, una de las canciones más importantes de esta era. Obviamente, la frase “no puedo respirar” es un grito icónico por la vida. La canción es tan conmovedora y, en muchos aspectos, es una canción que nos permite continuar el duelo.

[SUENA “I CAN’T BREATH” DE H.E.R.]

En muchos aspectos, caminar alrededor del estanque hablando en voz alta sobre historias es parecido a caminar alrededor del estanque pensando en algunas de esas mismas historias. Y obviamente, cuando caminamos, pensamos, y cuando pensamos, recordamos. Y cuando recordamos, pensamos en aquellos momentos que de verdad han dado forma a quienes somos o a esas cosas que enfrentamos aquí y ahora.

Gracias por haberse tomado el tiempo hoy de caminar conmigo.