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Transcripción
El universo observable es un lugar enorme
que ha estado aquí durante más de trece mil millones de años.
Hasta 2 trillones de galaxias
Hechas de 20 mil trillones aproximadamente,
rodean la galaxia central.
Sólo en la Vía Láctea los científicos
creen que hay cuarenta mil millones de planetas similatres a la Tierra
en la zona habitable de sus estrellas.
Cuando miramos estos números, es difícil imaginar
que no hay nadie más ahí fuera.
Nuestra percepción de nosotros mismos cambiaría para siempre
si encontráramos a otros.
Sólo saber que este enorme lugar no está muerto
puede que cambie nuestra percepción del exterior
y podría ayudar a que dejemos de tener riñas insignificantes entre nosotros.
Pero antes de buscar a nuestros nuevos mejores amigos, o a nuestros peores enemigos,
tenemos un problema que resolver:
¿Qué estamos buscando exactamente?
En un universo así de grande y antiguo
debemos asumir que esas civilizaciones
empiezan con millones de años de diferencia
y se desarrollan en diferentes direcciones y velocidades,
así que no solo estamos mirando a distancias de docenas a
cientos de miles de años luz, si no que además buscamos civilizaciones
que vayan desde hombres de las cavernas a súper avanzadas.
Así pues, necesitamos un marco conceptual
que nos ayude a pensar más claramente, lo que nos permitirá buscar mejor.
¿Existen reglas universales que las especies inteligentes sigan?
Actualmente, el tamaño de nuestra civilización
es de sólo 1, así que hemos hecho presuposiciones incorrectas
basadas exclusivamente en nosotros mismos.
Lo cual es mejor que nada.
Sabemos que los seres humanos comenzaron con nada más que cerebros y manos
que podían construir herramientas. Sabemos que los humanos son curiosos,
competitivos, están ávidos de recursos
y expansionistas.
Cuantas más de estas cualidades tenían nuestros ancestros,
más exitosos fueron en el juego de construir una civilización.
Ser uno con la naturaleza está bien, pero no es el camino
a sistemas de riego, o la pólvora, o las ciudades.
Así que es razonable asumir
Que los extraterrestres que sean capaces de conquistar su planeta natal
también tienen estas características. Y, si los aliens
tienen que seguir nuestras mismas leyes de la física, entonces existe
una medida para medir el progreso: la energía usada.
El progreso humano se puede medir de forma muy precisa
por cuánta energía extraemos de nuestro entorno
y cómo la hacemos utilizable para que sea de utilidad.
Comenzamos con los músculos, hasta que aprendimos
a controlar el fuego.
Después, hicimos máquinas que usaban la energía cinética
del agua y el viento. Según nuestras máquinas mejoraban
y nuestros conocimientos de materiales crecían, comenzamos a
aprovechar la energía concentrada de plantas muertas que extrajimos del suelo.
Según nuestro consumo de energía aumentaba exponencialmente,
también lo hacían las habilidades de nuestra civilización.
Entre 1800 y 2015, el tamaño de la población
se ha incrementado siete veces
mientras la humanidad consumía 25 veces más energía.
Es muy probable que este proceso continúe en el futuro lejano.
Basándose en estos hechos, el científico Nikolái Kardashov
desarrolló un método para categorizar civilizaciones,
desde habitantes de las cavernas a dioses que controlan galaxias.
La Escala de Kardashov. Un método para ordenar
civilizaciones por la energía utilizada.
La escala ha sido refinada y expandida
a lo largo de las décadas, pero en general coloca
las civilizaciones en 4 categorías diferentes.
Una civilización de tipo 1
es capaz de utilizar la energía disponible en su planeta natal.
Una civilización de tipo 2
es capaz de utilizar la energía disponible en su estrella
y sistema planetario.
Una civilización de tipo 3 es capaz de
utilizar la energía disponible en su galaxia.
Una civilización de tipo 4 es capaz de utilizar
la energía disponible en varias galaxias.
Estos niveles difieren en órdenes de magnitud.
Es como comparar una colonia de hormigas
con un área metropolitana humana. Para las hormigas,
somos tan complejos y poderosos que bien podríamos ser dioses.
Así que para hacer esta escala más útil, necesitamos
subcategorías. En la parte baja del espectro
hay civilizaciones desde el tipo 0 hasta el tipo 1.
Cualquier cosa entre cazadores-recolectores hasta algo
que podríamos alcanzar en los próximos cientos de años. Estas podrían, de hecho,
ser abundantes en la Vía Láctea.
Pero una civilización que no
esté transmitiendo activamente señales de radio al espacio
podría estar tan cerca como nuestro vecino estelar,
el sistema Alfa Centauri, y no tendríamos forma
de darnos cuenta de que existe.
Pero incluso si transmiten señales de radio como nosotros,
puede que no sea de mucha ayuda.
En una escala interestelar, la humanidad es prácticamente invisible.
Nuestras señales pueden extenderse más de unos impresionantes
200 años luz, pero es es sólo una
pequeña parte de la Vía Láctea.
Pero incluso si hubiera alguien escuchando, después de unos pocos años luz
nuestras señales se degradan hasta convertirse en ruido,
haciendo que sea imposible identificarlas
como provenientes de una especie inteligente.
Hoy, la humanidad está en el rango de 0.75.
Hemos alterado nuestro planeta,
hemos creado grandes estructuras, minado y arrasado montañas
eliminado bosques y secado pantanos.
Hemos creado ríos y lagos, y cambiado la composición
y temperatura de la atmósfera.
Si el progreso continúa, y no hacemos la Tierra inhabitable,
nos convertiremos en una civilización de tipo 1 completo
en los próximos cientos de años.
Cualquier civilización que se convierte en nivel 1
está obligada a mirar hacia afuera, porque probablemente sigan siendo curiosos,
competitivos, avariciosos y expansionistas.
El siguiente paso razonable hacia la transición hacia el tipo 2
es intentar alterar y minar otros planetas y cuerpos.
Esto podría comenzar con avanzadillas en el espacio,
transicionando hacia infraestructura e industria cercana al planeta natal,
mudarse a colonias y terminar terraformando
otros planetas cambiando su atmósfera,
su rotación o su posición.
Según una civilización se expande y utiliza más y más
cosas y espacio, el consumo de energía escala con ellos.
Así que en algún momento se embarcarán
en el mayor proyecto que puede realizar una civilización de tipo 2:
Aprovechar la energía de una estrella construyendo
un Enjambre de Dyson.
Una vez que esta megaestructura esté terminada, la energía se ha vuelto
prácticamente ilimitada para moldear el sistema natal
de cualquier manera que deseen.
Si todavía son curiosos, competitivos, avariciosos y expansionistas,
y ahora tienen el control completo sobre su sistema natal,
con la infraestructura estelar en su sitio y la energía de una estrella
la próxima frontera se coloca en otras estrellas
a años luz de distancia.
Para una civilización de tipo 2, la distancia a otras estrellas
puede ser como la distancia entre la Tierra y Plutón para nosotros hoy,
técnicamente al alcance, pero sólo con enormes inversiones
en términos de tiempo, ingeniería y recursos.
Esto comienza su transición hacia el tipo 3.
Este paso es tan lejano para nosotros,
que nos es complicado imaginar cómo serían los desafíos
y cómo se podrían resolver.
¿Serán capaces de encontrar una solución
a las enormes distancias y tiempos de viaje de cientos de miles de años?
¿Serán capaces de comunicarse
y mantener una cultura y biología compartida entre colonias a años luz de distancia?
¿O se separarán en diferentes civilizaciones de tipo 2?
Quizá incluso en distintas especies.
Hay desafíos mortales entre las estrellas.
Por lo que cuanto más se acerca una civilización al tipo 3,
más difícil se hace imaginar cómo podría ser.
Podrían descubrir nuevas físicas, podrían comprender
y controlar materia oscura y energía, o ser capaces de viajar
más rápido que la luz. Puede que no seamos capaces
de comprender sus motivos, tecnología
y acciones.
Los humanos son las hormigas, intentando comprender
el área metropolitana galáctica.
Una civilización de tipo 2 alto podría
podría considerarnos demasiado primitivos para siquiera hablarnos,
una civilización de tipo 3 podría vernos como
nosotros vemos a las bacterias que viven en el hormiguero.
Quizá ni siquiera consideren que somos conscientes
o que nuestra supervivencia sea relevante.
Sólo podemos rezar
porque sean dioses buenos.
Pero la Escala no termina necesariamente aquí.
Algunos científicos sugieren que puede haber
civilizaciones de tipo 4 y 5 cuya influencia se extiende
sobre clústers o súper clústers de galaxias,
con estructuras que componen miles de galaxias y trillones de estrellas.
En última instancia, podría haber una civilización de tipo omega,
capaz de manipular el universo entero
y posiblemente otros. Las civilizaciones de tipo omega
podrían ser de hecho los creadores
de nuestro universo por razones que se escapan a nuestra comprensión.
¡Quizá sólo estaban aburridos!
Aún con los fallos que esta clasificación pueda tener,
este experimento conceptual ya nos dice algunas cosas interesantes.
Si nuestras ideas sobre la naturaleza de las especies
que conforman civilizaciones interestelares tienen algo de cierto,
podemos estar bastante seguros de que no hay civilizaciones de tipo 3
o superior cerca de la Vía Láctea.
Su influencia sería seguramente tan amplia
y su tecnología estaría tan avanzada respecto a la nuestra que no podríamos perdérnoslo.
La galaxia brillaría con su actividad
en cientos de sistemas estelares.
Deberíamos ser capaces de ver o detectar los artefactos o movimientos
entre diferentes partes de su imperio.
Incluso si una civilización de tipo 3 existió en el pasado,
y murió de alguna forma misteriosa,
deberíamos ser capaces de detectar algunos
de los restos de su imperio.
Pero cuando los científicos miraron, no encontraron restos
de estrellas recolectadas, megaestructuras deterioradas
o cicatrices de una gran guerra interestelar.
Así que probablemente ni estén ahí fuera ni nunca lo han estado.
En cierto modo, esto es muy triste
pero también muy tranquilizador.
Nos deja la galaxia para nosotros y otros
como nosotros.
Así pues, las civilizaciones más prometedoras a las que mirar
deben estar en el espectro entre el tipo 1.5
y el tipo 2.5.
No estarían tan avanzados como para no comprenderlos a ellos
y sus motivos.
Puede que hayan terminado sus primeras megaestructuras
y estén en el proceso de mover gente entre estrellas
y transmitiendo enormes cantidades de información al espacio,
por accidente o a propósito.
Estarían probablemente mirando a las estrellas o buscando a otros.
Pero quizá, de nuevo, nos hemos equivocado completamente.
Quizá el progreso al tipo 2 no significa expandirse
hacia afuera y la humanidad es todavía
demasiado inmadura como para imaginarse otra cosa.
Hasta ahora, lo único que sabemos es que no hemos visto a nadie más.
Pero sólo acabamos de empezar a buscar.
Hasta que finalmente encontremos súper aliens amistosos
y les podamos pedir que nos expliquen las reglas del universo,
muchos de nosotros tendremos que aprender por nosotros mismos.
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