El fin del espacio - Creando una prisión para la humanidad | Kurzgesagt

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El viaje espacial es la aventura más emocionante y desafiante que la humanidad haya emprendido.

Pero en una ironía de la historia, puede que seamos nosotros quienes nos impediremos ir al espacio mientras más lo hacemos.

Con cada cohete lanzado y con cada satélite desplegado,

estamos creando una trampa para nosotros mismos, que se vuelve cada vez más mortal y peligrosa.

Y si alguna vez es activada, podría terminar con la Era Espacial y atraparnos en nuestro planeta durante décadas, o incluso siglos.

Llevar algo al espacio es increíblemente difícil.

Para hacerlo, necesitas moverte muy, muy rápido.

Al principio, hacia arriba, para dejar la atmósfera.

Luego, de lado, para comenzar una especie de círculo alrededor de la tierra.

Aún, muy, muy rápido.

Si se hace con éxito, se puede ingresar a una órbita terrestre baja.

Y una vez en órbita, es muy difícil salir de la órbita.

A menos que tengas energía de sobra, estás encerrado aquí, cayendo alrededor de la tierra para siempre.

Eso es genial para las cosas que queremos mantener arriba, como estaciones espaciales y satélites.

Y así trasladamos la mayoría de la infraestructura espacial de la humanidad a este lugar.

A pocos cientos de kilómetros sobre la superficie.

Justo lo suficientemente alto como para que la atmósfera sea tan delgada, que las cosas en órbita puedan permanecer allí durante siglos,

antes de que la resistencia del aire pueda frenarlos lo suficiente como para traerlos de regreso a la Tierra.

Pero esto es también la fuente de nuestra trampa mortal.

Los cohetes son, en realidad, cilindros de metal que mantienen grandes cantidades de combustible en su lugar.

Cuando se ha gastado una parte del combustible, los tanques vacíos se dejan caer para hacer que el cohete sea más ligero.

Algunas partes se estrellan contra la tierra o se queman en la atmósfera.

Pero la mayoría de las partes inútiles de los cohetes permanecen arriba y comienzan a orbitar el planeta.

Después de décadas de viaje espacial, la órbita terrestre baja

es un depósito de chatarra de propulsores usados, satélites rotos y millones de piezas de metralla procedentes de pruebas de misiles y explosiones.

En este momento sabemos de alrededor de 2,600 satélites difuntos,

10,000 objetos mas grandes que un monitor

20,000 grandes como una manzana,

500,000 piezas del tamaño de una canica y al menos 100 millones de piezas tan pequeñas que no se pueden rastrear

Estos escombros se mueven a velocidades de hasta 30,000 km/h circulando alrededor de las órbitas cruzadas varias veces al día.

Las velocidades orbitales son tan rápidas que ser golpeado por escombros

del tamaño de un guisante, es como ser disparado por una pistola de plasma. Al impactar los escombros

se vaporizan, liberando suficiente energía para perforar agujeros directamente a través de metal sólido

Entonces, hemos cubierto el espacio alrededor de nuestro planeta con millones de piezas mortales de destrucción.

Y también colocamos una red de infraestructura global de un billón de dólares en la zona de peligro.

Realiza tareas críticas esenciales para el mundo moderno: comunicación global,

GPS y navegación,

Recopilación de datos meteorológicos,

Búsqueda de asteroides y todo tipo de descubrimientos científicos.

Cosas que extrañaríamos mucho si de repente se fueran.

Si solo una pieza del tamaño de una bala golpea a uno de nuestros

1.100 satélites en funcionamiento, sería destruido instantáneamente.

Tres o cuatro satélites ya están siendo destruidos de esta manera cada año.

A medida que se espera que la cantidad de satélites y la cantidad de chatarra en órbita se multiplique por diez en la próxima década.

Nos acercamos a un punto de inflexión.

Pero lo peor en el espacio no son los pequeños pedazos de basura.

La peor parte sería una imparable reacción en cadena que convertiría muchas cosas no-basura en basura, por ejemplo:

Si dos satélites se golpean entre sí en una cierta forma.

Si los satélites chocan, no se detienen y caen del cielo. Es más un chapoteo que un choque.

Las velocidades orbitales son tan rápidas, que las piezas sólidas se rociarían una contra la otra

Transformando los dos satélites en nubes de miles de pequeñas cosas todavía lo suficientemente rápidas para destruir más satélites

Esto podría desencadenar el efecto dominó más lento y destructivo: una colisión en cascada.

Como una escopeta, cada colisión crea más balas.

Lo que alguna vez fue un objetivo diminuto y muy poco probable que golpeara algo.

Se convierte en un muro de destrucción hambriento por hacer más.

A medida que más y más satélites son destruidos, la destrucción se acelera exponencialmente.

Finalmente destruyendo todo lo que está estacionado en órbita.

Pero el espacio está muy vacío. Así que las primeras colisiones pueden llevar mucho tiempo.

Cuando nos demos cuenta de lo que está pasando, ya será demasiado tarde.

Un año se destruye un satélite y no es gran cosa.

El año que viene, cinco.

El año después de los 50.

Hasta que no quede nada.

La situación en órbita está empeorando rápidamente y es posible que ya hayamos pasado el punto de no retorno.

Dentro de 10 años, el espacio alrededor de la Tierra puede no ser viable para satélites o cohetes a largo plazo.

El peor de los casos es horrible.

Un campo de escombros hecho de cientos de millones de piezas, muchas de ellas demasiado pequeñas para rastrear su movimiento a 30,000 km/h.

De hecho, crearía una barrera mortal alrededor de la tierra.

Posiblemente demasiado peligrosa para cruzar.

Los sueños de las bases lunares, las colonias de Marte o los viajes espaciales pueden retrasarse siglos.

Y la pérdida de nuestra infraestructura espacial enviaría parte de la tecnología de la que dependemos diariamente a los años setenta.

Pero puede que no sea demasiado tarde para limpiar nuestro desorden.

Mientras que la industria espacial ha mejorado en evitar la basura espacial.

Todavía está creciendo rápidamente; Y las pruebas de armas ocasionales no ayudan.

Así que ha habido un par de salvajes pero serias sugerencias

acerca de cómo eliminar rápidamente tanta basura letal como sea posible, sin crear más en el proceso.

Se están lanzando muchas ideas,

y algunas de las más consideradas son las misiones de captura y retorno, que se están probando ahora.

Un método consiste en encontrar una pieza de chatarra en órbita con un pequeño satélite cargado con una red.

Una vez atrapado, un pequeño cohete podría usarse para llevarlo hacia la Tierra.

Los objetivos demasiado grandes para una red podrían ser atrapados con un arpón en una cuerda.

En lugar de disparar un cohete, el limpiador desplegaría una gran vela para producir resistencia atmosférica

y acelerar la desintegración orbital.

Y también hay muchas otras propuestas salvajes que suenan a ciencia ficción.

Algunos podrían usar electroimanes gigantes.

Estos remolcadores magnéticos funcionan presionando los componentes magnéticos dentro de los satélites que utilizan para estabilizarse

y orientarse en el campo magnético terrestre.

Estos pueden ser más seguros y más confiables que las redes y arpones,

porque nunca tienen que hacer contacto con la basura que están manejando,

así que no hay riesgo de romper accidentalmente su objetivo en más basura.

En cuanto a los trozos más pequeños de basura, el láser podría ser la clave para vaporizarlos por completo.

Los satélites con láser no necesitarían visitar sus objetivos. Pueden dispararles desde muy lejos.

Los objetos grandes no pueden ser exactamente derribados

pero los láseres pueden usarse para ablacionarlos,

O quemar pequeñas cantidades de material del sitio para llevar la basura a una órbita más segura.

Cualquiera que sea la tecnología que usamos al final. Será mejor que empecemos a hacer algo pronto.

Antes de que 100 millones de balas se conviertan en un billón y se establezca la trampa.

Si no actuamos, nuestra aventura en el espacio podría terminar antes de que comience.

Si nuestros días de soñar con la exploración del espacio pudieran estar contados de todos modos, será mejor que les demos un buen uso.

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