Video
Transcripción
Imagina un futuro donde tu tostador
pueda anticipar qué tipo de tostada quieres.
Durante el día,
escanea Internet en busca de nuevos
e interesantes tipos de tostadas. Quizás te pregunta
sobre tu día o quiere hablar sobre
nuevos logros en tecnología de tostadas.
¿En qué nivel se convertiría en
una persona? ¿En qué punto te preguntarías
si tu tostadora tiene sentimientos?
Si los tuviera, ¿al desconectarla sería un asesinato?
¿Y seguirías siendo su dueño?
¿Llegará el día que estemos forzados
a darles derechos?
La Inteligencia Artificial (IA) ya está en todas partes.
Se asegura de que estos estantes estén abastecidos
con los suficientes productos,
te entrega la publicidad correcta,
y quizá hayas leído una
nueva historia escrita totalmente por una maquina.
En la actualidad vemos “chat-bots” como Siri
y nos reímos de sus primitivas emociones simuladas,
pero lo mas probable es que
tengamos que lidiar con seres que hagan
difícil trazar la linea entre la humanidad
real y la simulada.
¿Existe alguna máquina que
merezca tener derechos?
Lo mas probable que aún no, pero si vienen
no estamos preparados para ello. Mucha de
la filosofía de los derechos no esta equipada para
lidiar con el caso de la Inteligencia Artificial.
La mayoría de las reivindicaciones por derechos,
con un humano o animal, se centran
en torno a la cuestión de la consciencia.
Desafortunadamente nadie sabe que
es la consciencia, ¿algo que es
inmaterial? Otros dicen que es un estado de
materia como el gas o el liquido,
Independientemente de la definición precisa, nosotros
tenemos un conocimiento intuitivo de
consciencia porque la experimentamos.
Estamos conscientes de nosotros y de nuestros
alrededores y sabemos lo que
estar inconsciente se siente.
Algunos neurocientíficos creen que cualquier sistema
lo suficientemente avanzado puede generar
consciencia, Así que si tu tostador
tiene el suficiente conocimiento puede
llegar a ser consciente de si mismo. Si lo lograse,
¿merecería tener derechos?
Bueno, no tan rápido,
lo que nosotros definimos como derechos, ¿tendría sentido para él?
La consciencia da derecho a seres a tener
derechos, porque le da al ser la
capacidad de sufrir. Esto significa que la capacidad
no sólo de sentir dolor, sino de ser consciente de ello.
Los robots no sufren y probablemente
no lo harán a menos que los programemos para ello.
Sin dolor ni placer no hay una
preferencia y los derechos carecen de sentido.
Nuestros derechos humanos están profundamente ligados a nuestra
propia programación, por ejemplo, no nos gusta el
dolor porque nuestros cerebros evolucionaron para mantenernos
con vida, para impedirnos tocar un
fuego o hacernos huir de
depredadores, así que inventamos los derechos que
nos protegen de la violación que nos causa
dolor. Incluso los derechos más abstractos como
la libertad tienen sus raíces en la forma en que nuestro cerebro
está cableado para detectar lo que es justo e
injusto. ¿Una tostadora que es incapaz de
moverse, le molestaría estar encerrada en una jaula?
¿Le importaría ser desmantelada si no le tuviera
miedo a la muerte? ¿Le importaría ser
insultada si no tuviera necesidad de tener
autoestima? Pero, ¿que pasaría si programamos
el robot para sentir dolor y emociones?
Para que prefiriera la justicia sobre la injusticia, el placer sobre
dolor y ser consciente de ello. ¿Eso lo haría
lo suficientemente humano? Muchos
tecnólogos creen que una explosión de
tecnología ocurriría cuando la Inteligencia
Artificial pueda aprender y crear su
propias Inteligencias Artificiales, incluso
más inteligente que ellos. En este punto
la pregunta de como los robots están
programados estará en gran parte fuera de nuestro
control.
¿Que pasaría si una inteligencia artificial encuentra
necesario programar la capacidad de
sentir dolor, al igual que la biología evolutiva
lo vio necesario en la mayoría de las
criaturas vivientes? ¿Los robots se merecen esos derechos?
Pero tal vez deberíamos estar menos preocupados
sobre el riesgo de que robots
superinteligentes se opongan a nosotros y más preocupados
por el peligro que representamos para ellos. Toda nuestra
identidad humana se basa en la idea de
excepcionalismo humano, que somos especiales,
copos de nieve únicos, con derecho a dominar
el mundo natural. Los seres humanos tienen una historia
de negar que otros seres son capaces de
sufrir como ellos lo hacen. En medio de la
Revolución Científica, René Descartes
argumentó que los animales eran simples autómatas, robots si lo prefieres.
Así, al herir un conejo
era tan moralmente repugnante como
golpear un animal de peluche, y muchos de
los mayores crímenes contra la humanidad
fueron justificados por sus autores como
que las víctimas eran más animales
que humanos civilizados. Aún más
problemático es que tenemos un interés economico
en negar derechos de los robots. Si nosotros
podemos obligar a un IA sensible, posiblemente
a través de tortura programada, para que haga lo que
nos plazca,
el potencial económico es ilimitado.
Lo hemos hecho antes, después de todo. La violencia
se ha utilizado para obligar a los humanos a
trabajar, y nunca hemos tenido problemas
para inventar una justificación
ideológica.
Los propietarios de esclavos argumentaron que la esclavitud beneficiaba
a los esclavos. Puso un techo sobre sus cabezas
y les enseñó el cristianismo. Los hombres que
estaban en contra de que las mujeres votasen, argumentaron que
interesaba a las mujeres dejar las
decisiones difíciles a los hombres. Los agricultores argumentaron
que cuidar de los animales y alimentarlos
justifica su muerte temprana por nuestras
preferencias alimentarias. Si los robots se vuelven
concientes,
no habrá escasez de argumentos
para los que dicen que deberían
permanecer sin derechos, especialmente de
aquellos que pueden beneficiarse de ello.
La inteligencia artificial plantea graves
preguntas acerca de los límites filosóficos.
Lo que podemos preguntar si los robots son
conscientes o merecedores de derechos
nos obliga a plantear preguntas básicas,
como qué nos hace humanos, qué nos hace
merecedores de Derechos.
Independientemente de lo que creemos, la pregunta
puede ser que necesite ser resuelta en el futuro próximo.
¿Qué vamos a hacer si los robots
comienzan a exigir sus propios derechos?
¿Que pueden los robots que quieren derechos
enseñarnos acerca de nosotros mismos? Nuestros amigos de
Wisecrack hicieron un video explorando esta
pregunta usando la filosofía de
Westworld. Wisecrack disecciona la cultura pop
en una manera única y filosófica.
Haz clic aquí para ver el vídeo y
suscribirte a su canal.